Opinió

Valentía

No parece que haya el consenso necesario para la aprobación definitiva (la aprobación inicial se produjo en el anterior mandato, en el año 2014) de la modificación del POUM que regula la implantación de centros de culto religioso en Terrassa. La cuestión reviste una gran importancia y no se ha generado hasta el momento un debate realmente serio al respecto entre los partidos con presencia en el pleno municipal.

Cualquier regulación que pretenda llevarse a cabo en torno a los centros de culto pone en relación el hecho religioso y un ámbito de la administración tan técnico y reglamentado como es el urbanismo. A pie de calle la incidencia de esa regulación es evidente por cuanto no se trata únicamente de una cuestión de teoría sobre religión en términos de laicidad, entendida como neutralidad de la administración pública, o de igualdad religiosa. Cualquier regulación, y por supuesto la urbanística, debe garantizar no sólo la igualdad, sino la posibilidad real de que las confesiones religiosas puedan implantar y ser titulares de centros de culto para el desarrollo de sus actividades. Se trata, en suma, de garantizar el libre ejercicio de culto. Pero la importancia de la cuestión va mucho más allá de lo meramente jurídico. Para iniciar el debate debemos ser honestos y despojarnos de una mal entendida corrección política. La polémica ley catalana sobre centros de culto y la normativa municipal vienen determinadas por una prevención inicial a la implantación de mezquitas, aunque la regulación final afecte a todas las confesiones.

No olvidemos que la moratoria municipal coincide con la solicitud, hace ya algunos años, de permiso para la implantación de una gran mezquita que podía convertirse en referente en la provincia, posibilidad que generó inquietud en los responsables municipales.

Los argumentos de los partidos para no apoyar la propuesta del equipo de gobierno no entran en el fondo de la cuestión y van desde la falta de promoción del transporte público para asistir a los nuevos centros de culto hasta la negativa a dar apoyo porque el equipo de gobierno no quiere entrar en una discusión amplia de remodelación profunda del POUM. Las tesis son realmente peregrinas y eso que se produjeron mucho antes de los terribles sucesos de Barcelona y Cambrils. Hay que elevar un poco el debate o quizás de lo que se trate sea de afrontarlo con valentía, aunque ahora se entiende que será más complicado.

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