Una semana después del atentado en La Rambla de Barcelona, el incremento de la presencia policial a lo largo del emblemático paseo y en otros de los atractivos turísticos genera una sensación de seguridad que comparten muchos de los transeúntes y comerciantes del centro de la ciudad.
La ciudad de Barcelona ha recuperado la afluencia y el bullicio que la caracterizan, y el único rastro que queda del atentado que arrebató la vida a 14 personas son los numerosos homenajes a las víctimas y un incremento notable de la policía en las zonas más concurridas.
A lo largo de la céntrica y turística Rambla, los mismos ciudadanos han habilitado decenas de puntos de homenaje espontáneos, a los que se acercan turistas y barceloneses para hacer una ofrenda y mostrar su respeto a las víctimas del atropello masivo, pequeños altares que pronto compartirán espacio con un memorial fijo, según anunció ayer la alcaldesa, Ada Colau.
Dolores es la dueña de una de las muchas paradas donde se venden flores para depositar en los altares, contra la que la furgoneta no impactó “por los pelos”, que explica que “aunque el atentado nos ha tocado a nosotros” la seguridad en el paseo “siempre ha sido muy buena”, y achaca al azar que pasara en La Rambla y no en cualquier otro sitio de la ciudad.
Una mujer solloza sola en medio del paseo, es el primer día que visita el lugar del atentado pero declara a Efe que siente más “rabia” que “miedo”, y afirma que es el enfado lo que hace que “no pueda evitar llorar”.
Fuera de la “zona cero” del ataque terrorista, en el paseo paralelo del Portal del Ángel, diversos comerciantes coinciden que se sienten seguros, pero un trabajador de seguridad, que prefiere no decir su nombre, explica que espera que “pongan bolardos, como se está hablando”, aunque admite que “pueden atentar igual”.
En las inmediaciones de la basílica de la Sagrada Familia, el monumento más visitado de la ciudad, se repiten ahora las aglomeraciones de turistas.
El emblemático templo diseñado por Antoni Gaudí era, según las investigaciones policiales y judiciales, uno de los objetivos de los atentados que preparaba la célula terrorista desmantelada, aunque la explosión en una vivienda de Alcanar (Tarragona) en la que preparaban los explosivos lo frustró.
El propietario de un pequeño comercio frente a la fachada del Nacimiento afirma que la sensación una semana después del atentado es de “normalidad dentro de lo que cabe”, y cuenta que además de los numerosos agentes uniformados hay “un montón de policías de paisano” que él conoce y que siempre están por aquí”, por lo que dice sentirse “muy protegido” y “nada sorprendido” por los atentados.
Unas vecinas que han vivido en el barrio desde que nacieron, Montse y Ana, coinciden que “la seguridad total de la ciudad no se puede garantizar”, y apuntan que “hay que vivir la vida normalmente” sin dejar que el miedo “te condicione”.
El miedo tampoco condiciona la fiesta mayor de la Mare de Déu del Camí en Cambrils (Tarragona), localidad donde los terroristas mataron a una mujer y causaron varios heridos, donde a partir de viernes se celebrarán, como cada año, todo tipo de actividades festivas que contarán con música, fuego y tradición.
Los barrios de Sants y Gràcia de Barcelona también celebran en agosto sus fiestas mayores y reciben gran cantidad de visitantes que pasean por sus calles decoradas; los atentados obligaron a Gràcia a cancelar muchas de sus actividades, pero en Sants está previsto que los conciertos musicales nocturnos se celebren con normalidad.
Otro de los eventos que se celebra esta semana en Barcelona es el Congreso de Cardiología que reunirá en la ciudad a más de 30.000 profesionales de 140 países y del que la alcaldesa Ada Colau ha dicho que es uno de los factores que “ayudan a recuperar la normalidad y la vida” en la ciudad.
Y Barcelona prepara el que seguramente será el acto más multitudinario desde que hace una semana el atentado en La Rambla tiñó de luto a la ciudad: la manifestación multitudinaria del sábado de rechazo al terrorismo, a la que se espera que acudan centenares miles de personas bajo el lema “No tinc por” (No tengo miedo).