Para mayor suspense, l’Àliga de Terrassa salió del atrio del Ayuntamiento con el rostro cubierto. Sus padrinas, las compañeras de especie de Badalona y Vilafranca, le retiraron el envoltorio, y a las siete y veinte minutos, l’Àliga de Terrassa fue descubierta y ahí estaba, al intenso calor de la tarde del sábado en el Raval, ante las miradas del público de todas las edades que se había reunido, con ese rostro aguilucho y temible y esas grandes alas, la figura creada por el artista-escultor Jordi Grau en su Taller del Drac Petit. Con sus 34 kilos de peso (es una “àliga” ligera) y en la cumbre de sus algo más de tres metros de altura, la corona. Diseñada por la terrassense Maria Mercè Compte, y construida por Ramon Boix, un gerundense que es el único especialista en este menester, tal corona está adornada por cuatro piedras, símbolos de las otras tantas montañas o sierras que rodean Terrassa: Sant Llorenç del Munt, Montserrat, Montseny y Collserola.
La ceremonia había comenzado con Mariona Tomàs dando la bienvenida, y un parlamento de Toni Costa, presidente del Consell de l’Àliga. Explicó que hace veinticinco años, cuando el espectáculo “Laberint d’Arcàdia”, gente del ámbito de la cultura popular se dio cuenta de que, pese a haber sido Terrassa ciudad real, y cumplir otros requisitos que habrían podido propiciar la existencia de un “àliga”, no había rastro de ella en toda la historia de la ciudad. Hace unos dos años y medio, en una conversación entre Toni Costa y Jordi Grau volvió a salir el tema, y decidieron impulsar su creación. A estos dos instigadores no les costó encontrar otros entusiastas, con los que formaron la Associació de l’Àliga de Terrassa.
Padrinos y testimonios
Una vez descubierta, l’Àliga hizo en primer lugar la “volta de lluïment”. Vinieron entonces los bailes de l’Àliga de Vilafranca y l’Àliga de Badalona, y los de honor de los “testimonios”, el Drac de Terrassa y los Gegants. Siguió el acto simbólico de introducción del tubo con los nombres de los mecenas, que hizo el propio Jordi Grau. Y por fin, y llevada por Clàudia Alsius, L’Àliga danzó seguidamente, por primera vez, su propio baile, creado especialmente para ella por Francesc Castillo (música) y Marc Galí (coreografia), y que Ministrils del Raval interpretaron : el “Ball de l’Àliga”. Es una pieza de aire solemne, grave, que comienza con un momento de silencio y que el bicho baila con pasos cortos y precisos, para finalizar con una reverencia, en esta ocasión correspondida por los “aliguers” que la rodeaban, y también por el concejal de Cultura, Jordi Flores, al que invita a bailar a su lado. Todo en l’Àliga respira cierta majestuosidad de la que carecen las otras figuras del bestiario popular. L’ Àliga es la soberana de todas ellas.
El acto tuvo una segunda parte en la Plaça Vella, donde l’Àliga (llevada por otro de sus siete “aliguers”, Marc Corbera) fue recibida por Bandolers de Terrassa, la Colla dels Federins y el Ball de Serrallonga, y también estuvo acompañada por La Pàjara, Bastoners de Terrassa y Minyons. L’ Àliga hizo su baile con un representante de cada entidad, y al final todos danzaron el “Ball de l’estapera”.
Volveremos pronto a ver l’Àliga de Terrassa en acción. El viernes, en la apertura de la Festa Major, en el Raval, una vez descubierto el Capgròs de l’Any, realizará el penúltimo baile de la ceremonia, antes de “l’estapera”. Y el domingo al mediodía, participará, “al menos este año”, en la Plaça Vella, en el Ball de Plaça. Poco a poco, l’Àliga de Terrassa ira haciéndose familiar , y encontrando su lugar en el calendario festivo de la ciudad.