Un festival de piano de diez horas de duración, abierto a cualquier persona que deseara participar. En eso consistió la iniciativa que el Concurs Internacional de Música Maria Canals de Barcelona (el certamen cuya primera edición, en 1954, ganó precisamente el pianista terrassense Miquel Farré) volvió a organizar en Terrassa, ayer, con motivo del Día de la Música. El piano, de cola, llegó al Raval de Montserrat poco después de las nueve de la mañana. Instalado en plena calle, fue afinado, y el pianista barcelonés Roger Vilarnau comenzó a tocarlo. Piezas de música clásica, jazz, temas diversos. Muchos transeúntes, sorprendidos al encontrarse en su camino con este concierto callejero, se acercaban, lo escuchaban. Vilarnau les explicaba que era por el Día de la Música, y que cedía el piano a cualquiera que quisiera tocarlo.
Durante la mañana, y hasta las tres de la tarde, siete fueron las personas que se pusieron a las teclas. Tres niños de 10 años tocaron diversas canciones. Un hombre de unos 65 años interpretó temas populares de su juventud, durante unos veinte minutos, y una mujer de unos 30 años, piezas de música contemporánea que suelen utilizarse en publicidad.
Animación por la tarde
Guillem Serra tomó el releve, como pianista residente y "moderador" del instrumento, a las tres de la tarde. El sol que caía a esa hora en el Raval invitaba poco a pararse a escuchar, de modo que Guillem Serra tocó un buen rato solo, básicamente jazz, que es su especialidad. Pero después, el termómetro descendió, y el lugar se fue animando. y ya hubo gente que quiso tocar, de todas las edades. Entre las cinco y las siete lo hicieron diversos alumnos del Conservatori. Minutos antes de las siete, había un notable ambiente, con un círculo de unas treinta personas alrededor del instrumento, aplaudiendo las interpretaciones. "Pueden tocar lo que quieran, pero acostumbra a ser clásica", nos dijo Serra. La jornada la finalizaría, a las siete, un concierto de Víctor Martínez, teclista del grupo Doctor Prats y pianista del Taller de Músics. Y, a las ocho de la tarde la tapa del piano se cerró.