Que el Banco Popular tenía una difícil solución era evidente desde ya hace mucho tiempo y se puso más de manifiesto cuando al nuevo presidente, señor Saracho, se le empezó a notar que no veía claro el camino a seguir.
Ya no era tan fácil acertar la fórmula por la cual los agujeros pendientes de aflorar, el coste de reestructurar oficinas y personal al gusto del comprador-agraciado, Banco Santander, etcétera, una vez más, lo terminaremos pagando los de siempre.
Ya hemos tenido operaciones similares en el pasado, de las que quizás fue pionera la adquisición de la CAM (Caja Mediterráneo) por el Banc Sabadell que, si no recuerdo mal, incluía compensarle durante diez años por las operaciones que se saldasen con pérdida.
Difícil será que algún día nos informen sobre lo que nos ha costado ya esa operación, mientras el Sabadell se hacía con la clientela de la institución adquirida a coste cero, garantizado.
Por cierto que, actualmente, aún están enzarzados en pleitos el Sabadell con antiguos directivos por operaciones “irregulares” realizadas por aquéllos y descubiertas tras la compra, que seguro engrosarán las reclamaciones del banco vallesano y, al final, la deuda pública española.
Siguiendo con la tradición, el nefasto responsable del desastre del Popular, señor Ron, ha sido apartado con unas condiciones escandalosas que deberían ser recurridas de forma inmediata.
Ha sido capaz de hacer de un banco modélico uno de los mayores desastres del panorama financiero nacional, arruinando totalmente a los accionistas, haciendo que nos pasen, en el futuro, una factura monumental a todos los contribuyentes ¿y convertirse él en un nuevo gran millonario?
También es curioso que el comprador del Banco Popular sea el Banco Santander, cuando, junto con el Deutsche Bank, fueron los únicos que suspendieron los últimos tests de estrés, realizados por el Banco Central Europeo, sobre los 31 más grandes del continente.
Cada vez está siendo más difícil saber cuánto suman los agujeros, qué componendas se llevan a cabo y qué se mezcla en los pactos. Lo que sí estará claro una vez más es que las consecuencias las pagaremos los de siempre, mientras buena parte de los responsables se van siempre “con el riñón bien cubierto”.
¿Para que eso se consienta, debemos pensar que son también de los privilegiados que tienen demasiada información?