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Ese sentimiento impenetrable llamado Terrassa

El Terrassa es un sentimiento, que se lleva, que se lleva muy adentro; rojiblanco, corre por mis venas, egarense, hasta que me muera. Así rugen las gradas del Olímpic, cuando está poblado casi únicamente por los más fieles, o cuando lo requiere la ocasión, como sucedió en la vuelta de la promoción de ascenso ante el Ontinyent, y hay más asientos llenos que de costumbre. Los aficionados del equipo terrassense, socios de solera o con una querencia adquirida hace menos, destilan una fidelidad entrañable y cuentan sus experiencias con brillo en los ojos.

Son un escuadrón de seguidores que viven muchas emociones, que sufren, que se alegran, que comparten y que tienen un objetivo común, que el Terrassa FC esté lo más arriba posible, aunque, después de algunas épocas convulsas, desean que sea sin problemas, ni deportivos, ni sociales ni económicos. Existen todavía en sus retinas, recuerdos a olvidar, como encierros de los jugadores, impagos, promesas en el aire o triquiñuelas en las alturas, Nada que perturbe una buena sintonía, la paz social y un club en unión, es su sueño.

Socio número 7 en la actualidad, lo es desde que nació "hace 63 años y nueve meses". Pere Pizà, un clásico en la zona de tribuna del Olímpic, siempre ataviado con los colores rojo y blanco, y con banderas y estandartes de todo tipo, junto a sus familiares. El apego, le viene de herencia, y manifiesta que "mi padre me hizo socio al nacer y me llevaba a ver al equipo, y me enganché enseguida".

El campo actual
Pizà lo sabe ya que se lo han contado, aunque no recuerda sus primeros pasos en el campo del Obispo Irurita, pero recuerda muy bien cuando se estrenó el campo actual, en el año 1960, y entre sus mejores recuerdos guarda los dos ascensos a Segunda División "A", las temporadas 1974-75 y 2001-2002. Es prudente y advierte que "para llegar a Segunda "A", primero hay que subir a Segunda "B". El Girona es el ejemplo", afirma.

Para él, el Terrassa representa "mucho" y se emociona al intentar concretar su sentimiento por el club egarense. "La vida te da golpes y aquí te olvidas de las malas cosas" y comenta que la ciudad de Terrassa tendría que tener un equipo por encima de la Tercera División. "Hemos de ser optimistas y vamos a los campos para ver ganar a nuestro equipo. A veces no puede ser", apunta. Si puede, en los desplazamientos, va en moto, aunque "si voy con toda la familia, hemos de ir en coche". Sin duda, ir cada domingo a ver al Terrassa FC, es para Pizà toda una liturgia.

"No recuerdo ni cuantos años hace que soy socio. Calculo que a los doce años o así, tuve mi primer carnet de socio", explica Juan Antonio González, socio 65 y que ayer cumplía 48 años. Recuerda que oía el Carrusel Deportivoy las conexiones con el campo del Terrassa, y su tío y su padre, que junto a su madre le acompañan todavía al campo, eran aficionados al fútbol y acudían al Olímpic. "Ese ambiente de fútbol era algo muy bonito y motivador y me aficioné enseguida", señala con cierta añoranza a sus orígenes de aficionado rojillo.

Como una religión
Para González, el Terrassa es "mi religión, mi partido político y no poder ver un partido, es algo muy doloroso para mí". Lo ve todo, "amistosos, Liga y lo que venga", y tiene claro que, para subir a mejores categorías y endeudarse con peligro de desaparición, tal vez mejor quedarse en una categoría más modesta. No obstante, cree que, como mínimo, el Terrassa tendría que estar en Segunda "B".

Le gusta el presidente, Jordi Cuesta, y su junta directiva, y lo que se está trabajando. Cree que se está viviendo un momento que, considera que "hay que aprovechar". Intuye "una ilusión" en el máximo dirigente de la entidad y en los aficionados, que tiene que canalizarse de forma positiva.

Jaume Morera, veinte años blandiendo su carnet de socio al entrar en las instalaciones del Olímpic, comenzó a seguir al Terrassa FC en los años noventa, si bien al principio acudía sólo a los derbis comarcales con el Sabadell. Con su padre, se apuntaron en el año 1997, cuando presidía la entidad Josep Vall y se promocionó que la gente se hiciera socia. Y con el tiempo, se han añadido al grupo su madre, su hermana y, una vez casado, su esposa.

"Es parte de la vida y sabemos que, cada quince días, es el punto de encuentro de la familia", explica. Morera se desplazó con el equipo, por primera vez, a Beasaín y, después, ha sido asiduo en los partidos de fuera de casa. "Ese desplazamiento me marcó mucho y por gente como Gallego o Vacas, hoy estoy aquí", asegura, a la vez que define al Terrassa FC como "una familia grande".

Morera, que se distingue por su pasión en la grada y por ser quien inicia los gritos de ánimo al Terrassa en esa tribuna que algunos entienden demasiado fría, tiene claro que seguirá al Terrassa lo que le queda de vida y lo define como "un hermano, como un mejor amigo y me ha dado disgustos y también alegrías" y añade que "muchas veces, cuando he tenido una mala semana, el equipo ha ganado y me ha dado una alegría". Morera, socio "ciento y poco", tiene claro que "hay que intentar estar lo más arriba posible y me gustaría subir a Primera División, pero sin hacer locuras, ya que si subes y vuelves a bajar al año siguiente, no hay continuidad".

Lluís Mora, al que todos los aficionados con cierto bagaje conocen como Lluís Moro, lleva más de veinte años siguiendo al equipo egarense. Es el promotor de la peña alternativa PAKA, una forma distinta de entender el fútbol. "De pequeño tenía el carnet escolar y venía al campo con mi padre. Era una forma de estar juntos, pero después dejé de venir, en esa época que eres joven, veinteañero, y haces otras cosas. Lo seguía de lejos, y estás pero no estás".

Socio número "94 o 95", no lo puede precisar, ha viajado por toda España, a campos míticos como Balaídos, aunque "me he perdido muchos". Se le conoce por su ingenio a la hora de componer canciones para animar al equipo, que interpreta a través de su eterno e inseparable megáfono. "Esas canciones salen de la cabeza, mientras haces la cena y te las apuntas", revela. De momento, sus hijos, "veinteañeros", no siguen su afición. Mora, como todos, desea que el equipo esté más arriba, pero con mesura a la hora de gastar dinero. "Es importante subir y creo que se están haciendo las cosas bien y hay que darles un voto de confianza a esta gente" que ahora rige los destinos de la entidad terrassense.

Boda en el Olímpic
Se casó en el Olímpic, no hace mucho, lo que da una idea de su cariño por el club y sus instalaciones. Hace nueve años que es socio y todo fue "por un cuñado que me llevó a un "play off" de ascenso y allí empecé a aficionarme". Xavi Rodríguez, que forma parte de la peña Supporters Gol Nord, asegura que "después de mi familia, el Terrassa es lo más importante para mí" y agrega que "pienso en el equipo las 24 horas del día. Me casé aquí, mi hijo juega aquí, viene a los partidos desde que nació, todo lo tengo vinculado aquí".

Rodríguez considera que subir a Segunda "B" "es primordial". Considera que "no nos podemos quedar más tiempo en Tercera División y hay que subir como trampolín a la Segunda División "A", que es nuestro lugar". Elogia al presidente, del que dice que "es honesto y no engaña" y a su junta. Dice que son gente "sin artimañas" y reconoce que "estamos muy contentos por la forma como llevan el club".

Salva Torroglosa, 31 años como socio, número 54, asiste al campo con su hermano y forma parte del Torrente Colorao. "Mi padre nos llevaba aquí y nosotros hemos seguido viniendo. Fundamos una peña en el gol nord y después formamos parte del Torrente Colorao".

Siempre que puede, se desplaza con el equipo. "No se puede ir a todos. En Tercera División es un poco más fácil pero cuando estaba en Segunda "A" o "B" también íbamos a los que podíamos", explica. Torroglosa subraya que para él, ser socio del Terrassa es "como si le preguntas a Fernando Alonso por la Fórmula 1 o a Kilian Jornet por el alpinismo", y añade que "tal vez hay gente que no lo entiende, que tengamos este sentimiento por un equipo que está en una categoría baja".

También lo define como "una forma de vida" y expone que "es tu día a día, es parte de tu familia, de tus amigos". Torroglosa piensa que "como mínimo, este club tendría que moverse entre la Segunda "B" y la Segunda "A" y, por qué no, algún día intentar estar en Primera alguna temporada, como está a punto de hacerlo el Girona".

Tras unos años de complicaciones, con problemas en el club constantes, se ha llegado a un momento de tranquilidad. "Ha habido unos años muy, muy difíciles a nivel institucional, el equipo tocó fondo, la ciudad le dio la espalda y dimos una visión, hay que decirlo, patética, con jugadores encerrados en el estadio, que no cobraban, y con unos dirigentes que miraban más por sus intereses particulares y eso provocó que al club se le cerraran las puertas de la ciudad", sostiene. "Ahora es distinto".

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