Terrassa

Joan Rovira lleva la realidad cotidiana a la mítica en su libro “Elegia d’Atenes”

Entras en la Casa Alegre de Sagrera, y suena música griega, y en cada silla hay un "manual de instrucciones" de "Elegia d’Atenes", la obra de Joan Rovira ganadora del Premi Ciutat de Terrassa Agustí Bartra 2016, y se hace evidente que ésta no será una presentación al uso. No hay además asiento en la mesa para el autor, que, de pie, comienza diciendo a los asistentes, que casi llenaban la sala, que igual podríamos estar alrededor de una hoguera, para dejar que, esta tarde, "la poesía nos hable al corazón".

El recuerdo del maestro
En el camino literario de Joan Rovira, ha habido una persona decisiva: Agustí Bartra, "figura única, gigante, uno de los grandes poetas catalanes y universales del siglo XX, demasiado grande para un país encogido, dolorido, frustrado, como el nuestro, que no valora como merecen muchos autores que son un auténtico tesoro escondido". Rovira tenía 16 años cuando conoció a Bartra, que leyó sus poemas y relatos de adolescente, a quién considera su maestro de aquella etapa primeriza, que le ofreció "lecciones, respeto y esperanza, y me ha acompañado siempre, a través de sus libros y de los recuerdos". En 1969, Bartra ganó un premio Ciutat de Terrassa, y Rovira ha acabado ganando un premio que lleva su nombre. "Mayor honor no es posible, y más aún sabiendo lo lejos que estoy de su extraordinaria talla como poeta".

"Cuando abrí el manuscrito de ‘Elegia d’Atenes’, pensé, por el título, que contendría una poesía académica, aburrida", dijo Jordi F. Fernández, miembro del jurado del premio, después de que Olga Cabús recitara el poema de Bartra que se leyó en su entierro, en 1982. Pero no. Llevaba "una poesía llena de equilibrio y armonía, de melancolía de la remembranza de los años jóvenes". Enseguida vio que el autro tenía que ser terrassense, "porque había compartido con otros el trato con Agustí Bartra y Anna Murià". ¿Quién podía ser?, se preguntó muchas veces Fernández, mientras leía la obra de este poeta "de una madureza lírica que no había de restar más tiempo en silencio".

La elegía moderna
En el prólogo del libro, Vicenç Villatoro habla de realidad cotidiana y realidad mítica, en el libro, y Jaume Aulet, profesor de la UAB que también estuvo en el jurado, cree que lo acierta, "pero yo no contrapondría una y otra. Son dos cosas que se mezclan, y aquí está precisamente la gracia de este libro. Habla de experiencias de la vida cotididiana, pero de una manera que lo convierte en mito, en literatura".

Con la amenidad que siempre caracteriza sus disecciones literarias, Aulet subrayó que Rovira ha trabajado el concepto moderno de elegía, que aplicaron Josep Carner y Joaquim Folguera, como añoranza de una cosa vivida, "pero lo más importante no es esto, sino como lo convierte en poesía". Y en las referencias a Grecia, también a una noche de luna llena, París o el cementerio de Terrassa, plasma el recuerdo de un momento mítico. "La poesía tiene esta fuerza, lo tiene este libro, y por esto es interesante y lo recomiendo." Leyó un fragmento de la primera composición, "El bosc sagrat", "una entrada espléndida", "un poema de recuerdo amoroso", que "proporciona una auténtica sensación de estar entrando en un bosque sagrado. Este tránsito de la realidad cotidiana a la mítica nos lleva a la poesía".

El alcalde Jordi Ballart felicitó a Joan Rovira por el libro que "hoy ya le permite escribir al lado de su nombre las palabras ‘escritor’ y ‘poeta’", y elogió su capacidad para expresar las emociones y los sentimientos más íntimos. El acto acabó con un "tast" de Elegia d’Atenes". Martí, sobrino del autor, leyó el epitafio, y Rovira algunos de los poemas, entre "Misteris d’Eleusis", y recordamos entonces haber leído, en el "manual de instrucciones", de sus "extraños viajes" con enteógenos.

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