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Proeza de un Atlètic Terrassa reinventado

Una Terrassa revestida de fervor modernista merecía en la soleada tarde del domingo una final de la Liga de hockey como las de antes. El Atlètic y el Club Egara, los dos únicos equipos que se mantienen en la élite sin necesidad de fichar, contribuyeron a afrontar con solvencia este bellísimo viaje al pasado, aunque a un pasado no tan lejano. Ambos equipos hicieron el sábado los deberes y se plantaron en una gran final que no se repetía desde hace más de una década. En la temporada 2005-2006, el Atlètic derrotó también al Egara en la final. Entre esa victoria y la del domingo, escenificada en un campo Josep Marquès que se vistió con sus mejores galas para la ocasión, han transcurrido exactamente diez Ligas. Cinco de ellas se las ha adjudicado el Atlètic, mientras que el Egara sólo ha ganado una en ese lapso de tiempo, por cuatro del Polo.

Pocos minutos antes de las cuatro de la tarde, el alcalde Jordi Ballart entregó el trofeo a los jugadores del Atlètic, que rebosaban felicidad a raudales. Jordi Carrera, que jugó su último partido, lo levantó. El anfitrión había sido superior a un Egara que atravesaba un mejor momento de forma en una final que supo gestionar mucho mejor. Tras dar la sorpresa y eliminar al todopoderoso Polo el sábado con tres golazos de Roc Oliva, el Atlètic salió el domingo a ganar. Y ganó.

Contemporizar
Mientras que los de Siso Ventalló estaban preparados para disputar unos primeros minutos de hockey fundamentalmente contemplativo, táctico, de esperar, prevenir y medir fuerzas, los pupilos de Dani Martín salieron a correr, a combinar y a pelear desde el primer segundo. Fueron enormemente verticales, buscando de forma desaforada la portería defendida por un Quico Cortès que era uno de los hombres más tristes tras la final. Cuando quiso darse cuenta, el Egara perdía ya por 2 goles a 0 ante un Atlètic que jugaba en casa y se había conjurado para que esa final se quedara en la “Catedral”. Y así fue.

Si bien los penaltis resultaron fundamentales para que ambos conjuntos accedieran a la final, en el último partido de la temporada no se aprovecharon demasiados. El Atlètic lanzó cuatro, por nueve de su rival, que sólo aprovechó uno.
La final amaneció con dominio visitante. El máximo artillero del campeonato, un Pau Quemada que fue elegido mejor jugador de la “final four” y también máximo goleador, estrelló el primer penalti en el larguero. Ese latigazo parecía advertir que el Egara quería ser protagonista, pero quedó todo en un mero espejismo. A partir de entonces, el cuadro de Siso Ventalló se descosió y se vio superado por la velocidad y la intensidad del centro del campo de un Atlètic que comenzó a generar peligro. Cortès le detuvo a Roc Oliva el segundo penalti-córner del Atlètic, pero la jugada continuó y Santi Ibáñez inflamó la grada con un potente tiro cruzado raso. Corría el minuto 10 de juego. Siso Ventalló asistía a este primer cuarto con el gesto torcido, como preveyendo ya que la historia no iba a sonreirle en su primera final como entrenador del Egara. Una internada del joven Sam Cortés por la derecha casi permite a Marc Boltó ampliar la ventaja. Nada cambió en el segundo acto y en el primer minuto, Boltó aprovechó una bola muerta en el área de Cortès para firmar un 2-0 que le hizo mucho, muchísimo daño al vigente campeón, que no daba crédito a lo que señalaba el marcador.

Cuando se serenó y volvió a entrar en el partido, el Club Egara disfrutó de dos penaltis consecutivos. Sin Pau Quemada en el campo, fue Ramon Romeu quien ejecutó el primero, pero Calzada adivinó su lanzamiento. Los otros dos los lanzó Quemada, pero Marc Calzada volvió a reivindicarse. Xavier Aguilar falló un par de buenas ocasiones para un Egara excesivamente precipitado. Mejor situado y sin prisas, el Atlètic tenía el duelo perfectamente controlado. Jordi Carrera falló un penalti-córner al filo del descanso, al que se llegó con el 2-0.

Mejoría del Club Egara
Fue a los de Ventalló a quienes más benefició el descanso, ya que regresaron con otra actitud. El equipo se sacó el estrés de encima y recuperó el hockey que le es más habitual. En el minuto 6, Roc Oliva fue excluido diez minutos con amarilla por una entrada a Pere Arch. Era el momento del Egara, pero los del Pla del Bon Aire no supieron gestionar la superioridad numérica. Sus aficionados entonaron el Virolai en la grada, como implorando un milagro a la Moreneta. Y el milagro casi se produce, ya que el Egara recortó distancias a falta de nueve minutos gracias a un penalti de Pau Quemada. Intentó a partir de entonces el Atlètic anestesiar el partido, pero lo consiguió sólo en parte. A falta de tres minutos, Ventalló colocó a Romeu como portero-jugador y el equipo se lanzó arriba dispuesto a buscar los “shoot-outs”. Estuvieron cerca, ya que falta de solamente 44 segundos Marc Sallés sacó un penalti lanzado por Pau Quemada. Y a falta de 29, Calzada firmó un paradón, otro, a tiro de Quemada. A renglón seguido, el Atlètic enloqueció. La Liga era ya una realidad.

ATLÈTIC TERRASSA 2
CLUB EGARA 1
 
ATLÈTIC TERRASSA. M. Calzada, M. Torrente, I. Torras, J. Carrera, M. Pujal, A. Beltrán, M. Sallés, R. Oliva, M. Boltó, D. Malgosa y J. Tarrés, equipo inicial, O. Bach, J. Malgosa, S. Morera, P. Parrilla, S. Cortés, S. Ibáñez y P. Autonell.  
 
CLUB EGARA. Q. Cortés, P. Arch, R. Romeu, Q. Broto, P. Novell, T. Keenan, P. Quemada, N. Usé, G. Fustagueras, E. Arbós y X. Aguilar, equipo inicial, L. Mercadé, M. García-Chicote, F. Dinarès, M. Espí, N. Mengíbar, N. Prat y A. Pérez. 
 
Árbitros. Paco Vázquez y Eduardo García Lizana. Mostraron tarjetas verdes al jugador del Atlètic Ignasi Torras y a los del Club Egara Lluís Mercadé y Nani Mengíbar. Tarjeta amarilla al jugador del Atlètic Roc Oliva. 
 
Goles. 1-0, minuto 10, Santi Ibáñez de penalti-córner; 2-0, minuto 18, Marc Boltó; 2-1, minuto 61, Pau Quemada de penalti-córner.
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