Dos policías municipales intentaron parar a un hombre para que no se lanzase a agredir a otras personas en una trifulca, y el que acabó recibiendo fue uno de los agentes. El agresor, que reconoció el altercado pero no el golpe propinado al guardia, ha sido condenado a tres meses de prisión por resistencia a la autoridad y a 120 euros de multa por un delito leve de lesiones.
En ambos delitos se aprecia la circunstancia atenuante de embriaguez. El acusado, en efecto, iba bebido aquel día de 2016 en que agentes uniformados de la Policía Municipal intervinieron en una refriega para zanjarla. Uno de los guardias contó que el procesado estaba muy exaltado y la tomó con ellos, sobre todo con una agente, cuando intentaron calmarlo. Quería apartarlos de su camino para acometer a las personas con las que se había peleado. Los policías trataban de evitar el enfrentamiento.
El sujeto porfió a más no poder para ir por los otros individuos. Los policías lo pararon, hubo un forcejeo y él golpeó a un guardia, que sufrió una herida leve: una erosión en la muñeca derecha.
Inverosímil
El acusado negó la agresión, pero la Audiencia Provincial considera inverosímil su relato frente al "testimonio contundente" de los policías. Además, el tribunal destaca que el procesado tiene el derecho constitucional a no decir la verdad. El juzgado de lo penal número 2 de Terrassa lo condenó y la Audiencia Provincial ha resuelto en contra del denunciado el recurso de apelación que éste presentó. El fallo confirma el anterior: tres meses de prisión por un delito de resistencia a la autoridad y un mes de multa (a razón de cuatro euros diarios) por un delito leve de lesiones. Además, deberá pagar 90 euros al policía agredido en concepto de indemnización por las lesiones ocasionadas.