Los esplais llevan a cabo una labor excepcional que va mucho más allá de la actividad lúdica que puedan desarrollar los chavales. Se trata de verdaderos centros de integración y formación en valores. Más allá de los elementos comunes, cada esplai presenta su peculiaridad, su oferta individual propia de la idiosincrasia de sus usuarios, de las inquietudes o necesidades que detecta en su territorio. Las iniciativas, desde una perspectiva global, acostumbran a estar relacionadas con la detección de esas necesidades y especialmente de los recursos de que disponen.
El proyecto que pondrá en marcha el Ayuntamiento en el próximo curso proviene, precisamente de un esplai, La Fábrica, radicado en Can Tusell. Se trata del programa denominado “Despertador” del que informábamos ampliamente en nuestra edición del pasado sábado. Con el apoyo del municipio, diversos esplais de la ciudad se sumarán a la experiencia que tan buenos resultados está ofreciendo precisamente en Can Tusell, centro del que proviene el concejal de Servicios Sociales, Noel Duque, y que por consiguiente, conoce bien. El proyecto pretende dar la posibilidad a los niños que lo necesiten de desayunar en su esplai de referencia. A simple vista puede parecer una actividad puramente asistencial del municipio, pero la esencia de la iniciativa hay que buscarla en la frase de uno de los responsables de La Fábrica cuando dice “esto no es un comedor social”. No se trata de un proyecto de caridad y va más allá incluso de la solidaridad puesto que se trata de un proyecto formativo transversal que fomenta la adquisición de hábitos de alimentación, de higiene, de conducta, de cultura del esfuerzo, de responsabilidad, toda una serie de cuestiones que se resumen en lo que de verdad importa, los valores.
No se trata únicamente, que también, de dar el desayuno a los niños y un bocadillo para media mañana. Se trata, como decía el concejal, de prevención, de prestarles atención, de ir por delante del fracaso escolar en chavales que pueden descolgarse del sistema de un día para otro. Ese es el gran valor del proyecto, el de acompañar a esos chavales en un momento que puede ser crucial para sus vidas. El ejemplo de Reda, usuario del “Despertador” de La Fábrica que ahora es monitor voluntario en ese centro y estudia para ayudar a personas con dependencias es sencillamente emocionante y da buena muestra de que con imaginación, inquietud y esfuerzo se pueden hacer cosas excepcionales. Lo ideal sería que no hiciese falta ningún “Despertador”, pero tristemente, eso no podrá ser.