Terrassa ha vuelto a rendirse a la Semana Santa religiosa y a la liturgia de las procesiones, que cada año suman nuevos seguidores en la ciudad. La procesión de El Encuentro, en Les Arenes, y el Vía Crucis del Viernes Santo por el centro de la ciudad fueron las citas más destacadas de un largo fin de semana festivo que miles de ciudadanos vivieron con entrega a la tradición religiosa.
De nuevo la cita más popular se vivió la tarde-noche del jueves en Les Arenes, donde por séptimo año consecutivo las hermandades de El Cautivo, el Nazareno, las Angustias y de Santa Maria de les Arenes sacaron en procesión los pasos del Cristo Cautivo, seguido de El Nazareno con la Cruz y la Virgen de las Angustias de Nueva Carteya.
Miles de personas vivieron con sentimiento y emoción el paso de las tallas, especialmente al canto de las saeteras, que inundaron de duelo la procesión. Este año, a las cofradías organizadoras se sumaron los Amats de Sant Pere, junto a las bandas de Mollet y el Vendrell.
Rozando la medianoche, el Obispo de Terrassa Josep Àngel Saiz Meneses dio su bendición a la procesión de El Encuentro e invitó a los asistentes a hacer “verdaderos gestos de paz y reconciliación” .
El viernes, la celebración de la Pasión y Muerte del Señor a las 12 de la mañana en la Catedral fue el preludio de una concurrida y sentida conmemoración de la muerte de Jesucristo.
A partir de las 8 de la tarde, el Vía Crucis transcurrió por las calles del centro de la ciudad en una procesión de penitencia que siguieron centenares de asistentes, acompañando la figura del Cristo crucificado y el paso de La Piedad, que condujo la Cofraria de la Mare de Déu dels Dolors. La talla data de 1.750 y este año lucía especialmente fiel a su estado original tras ser restaurada por Conxa Armengol.
La Semana Santa religiosa culminó el sábado por la noche con la Vetlla Pasqual en la Catedral y el día siguiente con la Misa de Domingo de Pascua. En ella, el obispo impartió la bendición apostólica, mientras la Capella de música de la Catedral acompañaba la celebración de la resurrección de Cristo.