No hace tanto que la ciudad de Terrassa era el paradigma de un crecimiento basado esencialmente en una economía especulativa. El ladrillo se convirtió en un El Dorado al alcance de cualquiera emprendedor de fortuna. Hoy, las cenizas de todo aquello todavía humean.
Desde finales de los años noventa el auge de la construcción fue muy importante. Las cifras así lo demuestran. En ese periodo se construyeron entre dos mil y más de cuatro mil viviendas anuales, lo que situó a Terrassa como la segunda ciudad en la que más se construía en Catalunya en cifras absolutas, sólo por detrás de Barcelona, y la primera en cifras relativas.
Aquyel periodo fur una auténtica locura de la que todos nos vanagloriábamos. Los coches de alta gama circulaban por todos los barrios; eran años de opulencia; los jóvenes, ahora sin formación y con serios problemas para reinsertarse en el mercado laboral, estaban deseando alcanzar los dieciséis años para dejar los estudios e ir a trabajar con sus padres y sus hermanos a la obra. Los sueldos eran extraordinarios, las hipotecas eran oro en números y nadie advirtió de los peligros de la burbuja hasta que estaba a punto de estallar. “Señores, la fiesta se ha acabado”, dijo en 2007 un experto en un foro económico y la reacción de algunos promotores no fue otra que la de intentar convencer a algún periodista de que aquel no era un titular adecuado.
Y aquel experto tuvo razón y el periodista también al utilizar su frase como titular de portada. Las grúas, que poblaban la ciudad en desigual competencia con las chimeneas desaparecieron o fueron abandonadas a su suerte; llegó el desempleo sin avisar, las financieras empezaron a recuperar los coches de alta gama y los bancos sus viviendas. Sí, la fiesta se había acabado.
Ahora, la construcción parece que inicia una tímida recuperación. Es significativo que la mayoría de las viviendas que se construyeron el año pasado sean promociones que quedaron paralizadas en los años 2007 y 2008. Los tipos de interés bajos pueden ayudar a reactivar el sector. Se prevé que en este 2017 se mantenga la tendencia alcista. Ahora hay que ver si hemos aprendido algo, cómo va a absorber el mercado las viviendas que quedaron sin vender y a propósito de ello, qué va a pasar con las más de tres mil familias que se dice que están hoy ocupando viviendas en la ciudad.