En los primeros días del año 2003 los constructores terrassenses, en un momento en que la burbuja inmobiliaria empezaba a ganar volumen, se quejaban de que los intermediarios inflaban los precios en el entorno de la ronda de Ponent. El plan de ordenación urbanístico que se debía aprobar pocas semanas después generaba extraordinarias expectativas en relación al IV Cinturó, al cubrimiento del trasvase de la riera del Palau y la urbanización de nuevos barrios. Can Marcet podía convertirse en el nuevo El Dorado inmobiliario terrassense con 4.500 nuevas viviendas. El crecimiento de la ciudad se planificaba hacia el oeste y hacia el noroeste con Les Aymerigues y Can Colomer.
El cubrimiento de la riera debía ser el eje vertebrador de las nuevas áreas de crecimiento de la ciudad. El suelo experimentó un aumento de precio importante al pairo de lo que debía ser una obra emblemática. Constructores y vecinos se quejaban entonces de que los intermediarios estaban inflando precios y quemando el mercado.
La crisis acabó con muchas expectativas y entre ellas las que se generaron en torno a la Ronda de Ponent. El cubrimiento de la riera se convirtió en un gran proyecto de ciudad del todo irrealizable. Ahora no queda más remedio que intervenir por motivos muy diferentes, la seguridad. Los márgenes del trasvase de la riera del Palau presencian deficiencias importantes y por ese motivo el Ayuntamiento, con buen criterio, decidió reordenar la circulación y suprimir los carriles más cercanos a la riera hasta llevar a cabo el proyecto de aseguramiento de los márgenes. El paso de autobuses podía generar una situación de serio peligro para conductores y transeúntes. Las obras empezarán en pocas semanas.
Aquel proyecto es un claro ejemplo de lo que fue la época de bonanza económica. El coste de las obras se basaba esencialmente en las aportaciones de los promotores urbanísticos y de l ACA, entonces organismo poderoso económicamente que incluso limpiaba rieras. El alcalde Ballart volvió a hablar hace algún tiempo de la cobertura de la riera, situando su coste en 17 millones de euros y asegurando que su equipo de gobierno podría volver a poner la obra encima de la mesa antes de finalizar el mandato. Habrá que ver cómo está ese asunto, pero parece complejo. Sería una buena forma de vertebrar el territorio, pero es cierto que las circunstancias no son las mismas.