La presentación del nuevo libro de Jaume Cabré reunió ayer en Barcelona al autor con los medios de comunicación catalanes, a las puertas de una festividad de Sant Jordi en la que con toda probabilidad esta novedad editorial quedará posicionada entre las más vendidas. "Quan arriba la penombra" es el título de este libro que recoge trece relatos escritos en Matadepera entre los años 2012 y 2016, tomando como leit motif el tema de la muerte violenta, pretendidamente o no.
Así lo reflexionó ayer un autor que reconoció que, "ahora que estoy empezando a hablar del libro, hay muchas cosas que no me sé. Me excuso si voy a responder con muchas vaguedades.".
Lo cierto es que a Cabré le costó posicionarse ante el maremagnum de cuestiones que se le plantearon durante la rueda de prensa. "A mi cuando me dicen este niño es igual que su madre nunca llego a ver la coincidencia. He renunciado a tener ese arte".
En realidad, de esa manera logra esquivar la pregunta inicial de si su libro guarda una cierta unidad. Su editor en Proa, Josep Lluch, asegura que estamos ante "una obra que relaciona toda la producción de Jaume Cabré, pese a su singularidad." Es para Lluch un volumen "cien por cien Cabré" que contiene "aquellos recursos narrativos que os han divertido y a los que da ahora una vuelta de tuerca más."
También Lluch apuntó uno de los leit motifs más claros de los trece relatos: "Sigue con su intento de comprender el mal como ya hiciera en ‘Jo confesso’, aunque ahora se concentra en la muerte violenta, en el asesinato, en el azar macabro de algunos momentos."
Los trece relatos de "Quan arriba la penombra" son "muy diversos en extensión, complejidad, sofisticación." Pese a tratarse de unidades bien definidas -incluso uno de los relatos, "Punt de fuga", podría considerarse como una novela corta- los relatos llegan a establecer "un contacto entre ellos y crecen."
El escritor admite que escogió el orden de los cuentos y también cuáles entraban y cuáles no vigilando que todas las historias funcionaran bien conjuntamente, aunque al mismo tiempo "he tratado cada cuento por él mismo." Lo que le ha interesado a la hora de decidir, "con total inseguridad", ha sido "la atmósfera, el rastro que van dejando en el lector si siguen el orden que yo les propongo. Siempre es mejor seguir ese orden propuesto por el autor", asegura.
Jaume Cabré escribe cuentos aunque al mismo tiempo esté escribiendo una novela, "como quien para hacer un descanso atraca en una isla desconocida." Llega entonces un momento en el que ya tiene suficiente material como para pensar en reunirlos en un tomo, y debe escoger; "He sacado cuentos que en principio tenían su lugar asegurado. Me siento como un entrenador de fútbol, con jugadores muy buenos. Llega un momento en que tienes que descartar."
Muerte violenta
El resultado de ahora es "un libro que podría haber sido mucho más grueso", en el que desarrolla, a juicio de sus primeros lectores, su perplejidad ante la muerte violenta, una gravedad trágica, una intriga criminal, un cierto humor negro… Las tres citas que dan paso a los relatos son tres formas diferentes de referirse "al mal, o la muerte o la penumbra. Son tres maneras de violencia que indican estados de ánimo diferentes. Las coloqué ahí porque son frases que me dicen cosas", y que de algún modo apuntan a los contenidos de su obra.
Pero Cabré en ningún momento da a entender que trabaje de un modo premeditado; su punto de partida habitualmente es "una anécdota, una frase o situación. Vas hacia adelante o atrás según donde te lleve la historia, según si los personajes se mueven con sentido. Tengo varias posibilidades según si la historia es carne de cuento o carne de novela." Una vez el rumbo está claro, "tienes que ser consciente de que eso es un cuento. Sabes que se acabará dándole todo lo que el cuento necesita, es como hacer cien metros lisos, con un final que es como un puñetazo. Hay además aspectos de ritmo y agilidad que una novela no te pide."
De ese modo se ha sumergido en unas historias que asimismo nos hablan de la parte más oscura del ser humano, aunque advierte que "no lo he escrito para pontificar sino por seguir el eco de ‘Jo confesso’. Fueron ocho años de mucho trabajo y me quedó tan grabado en la cabeza que hay cosas que aún están en la atmósfera." Son todos personajes masculinos, y en eso hay un motivo claro: "Si estudias un poco la violencia, los hombres se llevan la palma."