"La politización de la Justicia y la judicialización de la política son dos caras de una misma moneda que dinamitan un pilar importante del Estado y la seguridad de la población". Así principió el lunes el exjuez Elpidio Silva su sarta de andanadas contra el estado de la Justicia en España, contra la clase política que mangonea el poder judicial, contra una corrupción sistémica "más próxima al carcinoma que a ser un elemento aislado".
Elpidio José Silva Pacheco (Granada, 1959) es exjuez porque el Tribunal Supremo lo condenó a más de diecisiete años de inhabilitación al considerarlo autor de prevaricación a raíz del "caso Blesa". Silva metió en la cárcel a Miguel Blesa, que fuera presidente de Caja Madrid, por su gestión en la compra del City National Bank de Florida. Silva estuvo el lunes en el Ateneu Terrassenc, donde pronunció una conferencia muy celebrada en el auditorio que atestaba la sala y que lo recibió con un aplauso a su llegada, a pesar de su retraso, o acaso por la expectativa generada y aumentada por tal demora.
Y el jurista granadino, ahora abogado en ejercicio en Barcelona, no defraudó a los presentes. Muchos asintieron cuando Elpidio Silva recordó los orígenes de la separación de poderes gestada en el siglo XVI y cuando subrayó que el poder judicial "es el más relevante" porque debe construir la igualdad de todos ante la ley día a día. Y si alguien nota que se dan diferencias de trato, "volvemos al túnel del tiempo". O sea, a la época del absolutismo.
Endosar el problema a la criada
"Si se rompe la creencia en el poder, nos vemos perdidos", dijo, y añadió: "el poder judicial está politizado. No hay independencia clara del ejecutivo y de los partidos".
Silva cargó contra la rapidez de algunos procesos en comparación con la exasperante lentitud en otros, y contra un presidente que convierte en hecho judicial el proceso independentista para no pagar el precio político "de tirar de la Constitución" y actuar en consecuencia, "endosando el problema a la criada institucional para que lo resuelva de manera que nunca va a ser satisfactoria". Y abogó por la eliminación del Consejo General del Poder Judicial, innecesario salvo para el control de jueces y magistrados "y elegido por los políticos" y por partidos convertidos en lo que fueron antaño los monarcas absolutistas.
"Existe la sensación de que una organización mafiosa es la dueña del país", recalcó el exjuez, partidario de que los políticos bajo sospecha se marchen a casa sin esperar "a lo que dija un juez". El problema con Blesa, dijo, no era él, Silva: "el caso se archivó cuando hay decenas de indicios para reabrirlo".