Albert Ocaña se despertó sobresaltado al oír el crepitar de algo que parecía arder. Se incorporó, se dirigió al garaje, se asomó a la calle y vio “una bola de fuego”. Una bola enorme. Ardían los cinco contenedores de residuos ubicados junto a su casa. Movilizó a su familia, pues las llamas daban a las habitaciones de los niños, los dejó en zona segura de la vivienda y dio la voz de alarma a los servicios de emergencias. El fuego dejó destrozos en las ventanas y en la fachada. Otro fuego más en la oleada de incendios en contenedores que afecta desde hace años a la calle de Sant Joan, en el Centre.
El enésimo se desató el sábado, a las 6.20 de la mañana, junto a la esquina de Sant Joan con la calle del Mas Adei. A esa hora recibieron los bomberos el aviso. Desplazaron a dos dotaciones a la intersección en llamas y trabajaron durante media hora en remojar el punto, tanto el área de aportación de residuos, convertida en amasijo de plástico fundido y residuos, como la fachada, ahumada hasta arriba y con daños directos en su parte inferior. Fue pavoroso, pero pudo ser mucho peor: el fuego reventó los vidrios de dos ventanas de la casa de Albert Ocaña y familia, y no faltó mucho para que prendiese en fibra de vidrio y se extendiese hacia el interior de la vivienda.
El humo se adentraba en la casa y Albert confinó a su familia. Ya había visto el origen de aquello, la bola incandescente que devoraba los contenedores. Tras la alerta, llegaron agentes de la Policía Municipal. “Me pidieron cubos de agua y los fuimos sacando por el garaje para atajar el fuego antes de la llegada de los bomberos”, cuenta el testigo. Arribaron dos unidades de Bombers y remojaron el sector. Ya no existían los recipientes de basura. Después de la intervención de emergencias, una brigada de Eco-equip limpió la vía pública.
A las once de la mañana el Ayuntamiento ya había repuesto los contenedores. Los vecinos, como Albert, quieren que el gobierno municipal cambie las unidades de sitio. Ya presentaron instancias al respecto, con nulo éxito, pero piensan insistir. Y si no les conceden el cambio de lugar, abogan por la colocación de contenedores metálicos que no ardan con tanta facilidad.
El vecindario está inquieto por las quemas en la calle de Sant Joan. Este diario ya publicó un reportaje el 21 de enero sobre este problema, que en aquellos momentos afectaba sobre todo a otro tramo de la misma calle, el cercano al cruce con la de la Societat. Los vecinos hablan de no menos de treinta incendios en diez años en ese punto.
En el tramo próximo a la calle del Mas Adei “no es la primera vez que hay incendios, pero nunca había sido tan grave como esta, como la del sábado”, afirma Presentación Febrel, vecina de la calle de Sant Joan, junto a la calzada y la acera carcomidas por las llamas. La puerta de su garaje también sufrió desperfectos por el incendio que el sábado provocó el pavor entre el vecindario. “¡Que vengan los bomberos!”, gritaron residentes en la zona cuando la “bola de fuego” llenaba la calle de humo.