La gente se ha lanzado a la calle y ha dado una respuesta fenomenal. Creo que ha sido una de las citas de Els Tres Tombs más multitudinaria de los últimos años. Todo ha funcionado a la perfección y el tiempo, soleado y primaveral, nos ha favorecido”. Es el balance de Joaquim Riera, presidente de Amics de Sant Antoni Abat, la entidad que organiza cada años la fiesta dedicada a jinetes, carruajes y carros y en la que el caballo desplaza al turismo y se convierte en el rey de la calle por unas horas.
Puntual, Els Tres Tombs, en honor a Sant Antoni Abat, patrón de los animales, volvió el domingo a la Rambla d’Ègara. En esta edición participaron unos doscientos amazonas a lomo de sus caballos y un grupo de “traginers” con sus carruajes y carros. El tradicional pasacalles presentó como uno de los atractivos los viejos carros portadores de hortalizas y frutas, y mercancías diversas tiradas por ponnies.
El desfile, que partió de la avenida de Abat Marcet con la Rambla, fue encabezado por la banda de majorettes El Triangle de Sants, el abanderado Iván Alcázar, el carro con la imagen de Sant Antoni Abat y el carruaje con las autoridades, entre las que se econtraban el alcalde Terrassa, Jordi Ballart, y el presidente de Sant Antoni Abat, Joaquim Riera. La comitiva de apertura fue seguida por los jinetes, la mayoría pertenecientes a clubs de hípicas y muchos de ellos ataviados con vestidos distinguidos para la ocasión. Y a continuación, los carruajes y los carros, cuyo paso propició estampas de un pasado nostálgico en que la actividad principal era el cultivo de tierras y el el medio de transporte eran los animales.
Toda la Rambla, especialmente en el tramo que va desde el Passeig del 22 de Juliol hasta el Portal de Sant Roc, presentó un ambiente inmejorable. Ya, antes de las doce del mediodía, hora de salida del pasacalles, se fue llenado de personas de todas las edades, sobre todo de familias. Y, a tenor de lo que observamos, los pequeños estaban más que expectantes y los que después disfrutaron más de la fiesta.
El público fue reservándose un buen lugar, a primera fila, para no perderse ningún detalle. El desfile, como es habitual, transformó la Rambla en un paisaje inusual, de otra época, con el caballo de todas razas y color como protagonista. Los animales, con sus mejores galas, desfilaron altivos y elegantes adaptándose lo máximo posible a cabalgar por un terreno al que no están acostumbrados.
Viejas carretas
Tras los caballos, carruajes y carros de antaño. Los carros fueron, como siempre, los que reclamaron mayor atención. Pasaron “traginers” tirando de carromotos y carretas por ponis o a pie vigilando la mercancía. Algunos transportaban verduras y frutas, otros un buen número de garrafas enormes, otro llevaba cajas de madera con productos textiles en los que se podía leer incluso antiguas firmas de Terrassa como la empresa Autonell. Y también pequeñas carretas portadoras de leña y alguna minimalista que había sustituido el animal de tracción por una bicicleta y paseaba a un perro. Toda la comitiva recorrió la Rambla y dio, como es preceptivo, las dos vueltas (ya hace tiempo que se ha reducido de tres a dos para dar más agilidad al acto) en la Rambla, de modo que durante un rato la gente estuvo rodeada de caballos a ambos lados. La imagen apareció excepcional, tentadora, a los ojos de los visitantes por lo que aparecieron enseguida móviles y cámaras en el aire para captar la instantánea del momento. La Festa dels Tres Tombs vivió con su pasacalles el momento culminante. La celebración empezó el sábado por la tarde con la participación en la misa en la Catedral del Sant Esperit y tuvo como punto final el domingo, después de la exhibición, con una comida de hermandad en el Hostal del Fum.