Faktoria d’Arts se ha convertido ya en un recuerdo. El que ha sido su propietario en las últimas dos décadas aún está digiriendo la pérdida, con una mezcla de pena y liberación. Ésta una entrevista que incide, involuntariamente y entre otros detalles, en el estado anímico del propietario de la sala después del cierre.
¿Cuándo comenzó el proceso que acabó desembocando en el cierre de la sala?
La decisión la tomé en junio pasado, se hizo evidente la necesidad de que había que presentar un concurso y salir de aquí lo más ligeros posible.
¿Le costó encontrar a alguien que quisiera continuar con la sala?
En realidad no había muchos candidatos, Y la deuda no era tan grande como se ha dicho, quinientos mil euros de pasivo de los que una parte era material, como bebidas, que se iban pagando a medida que se servían. También los créditos bancarios se iban abonando. La deuda real era Seguridad Social y hacienda. Y en realidad, la deuda que habíamos contraído era muy inferior a la que tenía cuando abrí, aunque se facturaba mucho más.
¿Entonces había posibilidad de continuar?
Es que ya me he hecho mayor, hay un momento en que uno se cansa de luchar. La primavera pasada un día llegué a la conclusión de qué sé hacer y qué no sé hacer. La programación de conciertos se me da bien y funciona. Pero no sé llevar una discoteca, ni sé ni quiero. La de La Rasa se montó a rebufo de la del Bruc, pero en realidad te tienes que reiventar. Yo siempre he trabajado para un público alternativo, del que antes había mucho y ahora ya no hay. La mayoría nos hemos hecho todos mayores, y los que suben tienen otra historia que no es la mía y no sé llevarlo.
En cualquier caso, ¿exploró alternativas de salvación?
Hubo un momento que se me ocurrió la idea de tener un socio para la discoteca, pero ese socio no apareció. También impulsé el "Oasis", para chavales de 18 años, pero esos chavales ya tenían sus costumbres hechas, vinieron a la inauguración pero ya está. Entonces empecé a pensar "si esto no va, yo tiro la toalla." Y a continuación apareció el gran Kike Torrijos, decidido a quedarse con la sala.
La llegada de Kike Torrijos ha sido pues providencial….
He tenido suerte, salgo de la sala más o menos limpio y me pagará un sueldo para que programe. Mi idea es seguir haciendo los conciertos como hasta ahora, y si puedo viernes y sábado. Lo que programaré depende del riesgo que quieran en Street Music. Realmente no sé lo que pasará ni cómo irá. Empiezo una aventura nueva.
Pero su idea es dejar Terrassa, ¿no es así?
Me voy a vivir a Cantabria. Desde hace un año mi pareja tiene una casita en los Valles Pasiegos y la idea es programar en salas de ahí que ya tengo localizadas, y desde allí programar aquí.
Aunque se va por todo lo alto, con una fiesta multitudinaria a la que asistieron dos mil personas...
La gente lloró mucho cuando puse el "Volver volver" en directo de Manu Chao. Me voy a quedar con el buen recuerdo, estaba un poquito jodido pensando "qué mal lo he hecho." Al principio la sensación era un poco negativa… pero cuando llegué a casa me hice un hartón de llorar al cambiar esa sensación, pensando que en realidad lo había hecho bien. La gente que ha estado siempre, estuvo en la fiesta y en realidad si no estaban en los últimos tiempos es porque su generación ya pasó. De todo esto me llevo además a grandes amigos, como Carlos Tarque, de M-Clan. También recuerdo a aquellos que perdí por el camino: Raquel, Xavi, Andene, Xarli, Jorge Sala, Marc, Chus…
¿Tiene sensación de fracaso?
Hay distintas maneras de verlo, como un fracaso o quedándote contento, y la verdad es que me voy contento. Sigue ahí la gente que yo más quiero y seguiré haciendo lo que me dolía más dejar. Llevo 22 años luchando por la música en directo en esta ciudad.
Este periplo le ha permitido conocer a fondo el mundo de la noche, que ha experimentado un cambio sustancial…
El mundo de la noche no es que haya cambiado, es que no tiene nada que ver. La sala del Bruc tampoco funcionaría ahora. Al público de ahora le gusta la música comercial, el reggaeton, "La bicicleta"… Yo no quería pero es música que he puesto, y cuando lo he hecho me entraban náuseas. A veces venían clientes de antes y me preguntaban, ¿dónde está la buena música?. He preferido dejarlo antes de seguir poniendo reggaetón.
¿Se arrepiente de haber cambiado La Rasa por el Bruc?
El cambio del Bruc a la Rasa era inevitable, sino hubiera estado obligado en mi vida me hubiera ido de ahí. No me arrepiento porque tenía que ser así, no tenía más remedio. Además cuando abrimos en la Rasa funcionó muy bien.
Es el momento de quejarse, ¿le han tratado bien las instituciones?
No me quejo en realidad. Cuando estás un poco de bajón piensas que desde las instituciones te hubieran podido ayudar más, pero la verdad es que es absurdo. Me darán si quieren, pero yo no tengo derecho a pedir ni ellos la obligación de darme. La gente que monta cosas con subvenciones públicas, el día que no le dan, está perdido. Tienes que depender siempre de ti mismo, y yo no me quejo, ni quiero ni debo.
Aunque Faktoria también ha sido fruto del esfuerzo de muchas más personas…
Faktoria ha sido un catalizador, han colaborado cientos de personas y colectivos, porque ha estado ahí y ha ofrecido un espacio en el que poder desarrollarse, pero nada es eterno. Me hubiera hecho ilusión llegar al cuarto de siglo, pero los dos patitos tampoco están mal.