Opinió

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Javier González dejó escapar una sonrisa sutilmente astuta cuando se le preguntó a mediados de noviembre sobre cuál sería la posición de su grupo, Ciudadanos, con respecto a los presupuestos municipales que debía preparar el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Terrassa y que se someterán definitivamente al pleno este mes de enero. No contestó, se limitó a decir que intentaría que se cumpliera al máximo su programa electoral.

Ciudadanos votó en contra de las ordenanzas fiscales. Era hasta cierto punto lógico. González no iba a posicionarse como comparsa del equipo de gobierno votando favorablemente una propuesta que negociada y ya pactada con TeC y ERC. No pintaba nada en medio del “frente de izquierdas”. La sobreexposición era innecesaria, podía exhibir su independencia a través del disenso y ya jugaría sus cartas en los presupuestos. TeC y ERC “apretaron” mucho en las ordenanzas y para los presupuestos el equipo de Gobierno no quería sorpresas. Era cuestión de tiempo y de que el teniente de alcalde Alfredo Vega pusiese unos mínimos sobre la mesa para justificar la decisión.

Ciudadanos consigue así dos objetivos. Por una parte, el grupo de Javier González se visibiliza y ofrece una imagen de eficacia negociadora en torno a la decisión más importante que se toma anualmente en el pleno. Los presupuestos son el modo contable de la política y definen la acción de gobierno; cierta capacidad de decisión en ese documento puede resultar rentable si se gestiona bien la comunicación.

Pero quizás lo más importante sea desactivar, al menos momentáneamente, el acercamiento que la negociación de las ordenanzas fiscales y especialmente el proceso de liquidación de la concesión del suministro de agua en la ciudad estaba produciendo entre el PSC y los partidos de izquierda del pleno municipal, sobre todo con TeC. No olvidemos la sintonía mostrada a raíz del ofrecimiento de pacto de Terrassa en Comú al PSC, propuesta que los socialistas terrassenses debatirán este mismo mes de enero.

Por otra parte, sobre la posibilidad de que la intervención de Ciudadanos pueda eventualmente haber provocado el enfriamiento de las relaciones entre la izquierda, no debe haber provocado la incomodidad que en el todavía grupo municipal de CiU (el nombre del grupo municipal sigue sin cambiar) genera cualquier iniciativa que venga de los unionistas. Habrá que ver cómo sienta el acuerdo en la bancada de la izquierda.

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