De 3.500 jóvenes que han sido atendidos por el Servei d’Atenció a la "Garantia Juvenil", más de 2.000 se han acogido al programa con el mismo nombre, una iniciativa europea que desde el Servei de Joventut (Casa Baumann) ayuda a mejorar la ocupabilidad y la formación de personas de entre 16 y 29 años. Mediante este programa la o el joven recibe -en un plazo de como máximo 4 meses- un puesto de trabajo, una oferta formativa o la posibilidad de hacer prácticas laborales. No es la panacea que resolverá el problema del empleo juvenil, pero es una oportunidad que puede mejorar las posibilidades de muchas personas en una franja de edad con una tasa de desempleo muy elevada y los números dicen que el programa ha recibido una respuesta muy positiva por parte de las y los jóvenes de Terrassa.
Esto es una muestra de que nuestras y nuestros jóvenes, cuando se les presenta una oportunidad clara de mejorar sus opciones para labrarse un futuro, la persiguen. Aunque a menudo tengo la sensación de que hay una tendencia generalizada a mirar a las y los jóvenes desde un prisma negativo, estoy convencido de que la mayoría de los que no actúan no lo hace porque no conoce sus opciones, está en una encrucijada y nadie le ha explicado cuáles son los diferentes caminos hacia los que puede dirigirse. Pero no sólo se trata de hacia dónde dirigirse, se trata también de lo capaces que se vean de hacerlo.
Voy a exponer un ejemplo muy claro de lo que comento. El servicio de Joventut lleva a cabo un programa llamado "En trajecte", dirigido a jóvenes de entre 17 y 20 años, que pretende mejorar sus expectativas laborales y formativas, además de mostrarles cuáles son sus potencialidades. Pues bien, una de las educadoras responsables del proyecto me comentaba recientemente que a cada joven que se interesa por el programa le formula una sencilla petición: "Dime tres cosas que se te den bien". Por increíble que parezca, la mayoría no era capaz de decir ni una sola. Es muy preocupante que nuestras y nuestros jóvenes no sepan para lo que sirven o, peor aún, crean que no sirven para nada.
Es nuestra responsabilidad como políticos y la de todas y todos como sociedad buscar la manera de encaminar a nuestra juventud para que encuentren su rumbo y su motivación.
Debemos mostrarles que existen vías como el asociacionismo o el voluntariado, que deben moverse y que pueden y deben llamar a puertas, que unas se abrirán y otras no, pero que no hay que desfallecer. Aunque sobre todo debemos conseguir que conozcan y confíen en sus capacidades para así aprovechar todas las oportunidades. Para confiar en nosotros tenemos que llenar nuestra vida de contenidos, sólo moviéndonos y siendo ricos en experiencias podemos demostrarnos de qué somos capaces. Porque, en el momento en el que tomamos conciencia de nuestra valía, no dejaremos que ningún contexto nos diga si servimos o no servimos.
El sistema del que todos formamos parte nos ha hecho creer que si no estamos adaptados al mercado no servimos para nada. En una etapa -ya demasiado larga- en la que el mercado no da demasiadas oportunidades, me gustaría enviar un mensaje claro a las y los jóvenes: no es verdad, podéis forjar vuestro futuro con determinación y esfuerzo, sólo tenéis que creer en vosotras y vosotros y en vuestras cualidades. Tenéis la capacidad de desarrollar muchos talentos y sólo tenéis que descubrir qué os motiva lo suficiente para dedicarle vuestro tiempo.
Sólo una cosa más, manteneos activas y activos, la felicidad no vendrá a buscaros, sólo buscando lo que os hace felices le daréis sentido a vuestra vida. Yo he encontrado lo que le da sentido a la mía: intentar ayudar a todas y todos los que pueda a que sean un poco más felices.