La empresa terrassense Martín Lloveras, dedicada a la maquinaria para fábricas de chocolate, galletas, bollería industrial y helados, ha puesto punto y final a su centenaria historia (fue fundada en 1899). La compañía, tras declararse en concurso de acreedores el pasado septiembre ante los malos resultados de los últimos años, ahora ha entrado en fase de liquidación. De hecho, Martín Lloveras está ya totalmente inactiva. No tiene trabajadores desde que, semanas atrás, se llevó a cabo un expediente de regulación de empleo (ERE) que contempló el despido de sus treinta últimos empleados. Hace tres años, ya incoó un primer ERE que supuso un recorte de quince trabajadores de la plantilla.
“Ha sido un cúmulo de circunstancias las que nos han llevado hasta aquí, como ocurre siempre no ha sido sólo una razón. La empresa, de hecho, estaba a un nivel de agotamiento en todos los aspectos”, explica a Diari de Terrassa Martí Lloveras Morell que junto a Martí Lloveras Serracanta son los gerentes de la compañía. Una de las causas de la actual situación señala al aumento de la competencia a nivel global. Según Lloveras, éste ha sido un “tema importante”.
Dos frentes
La compañía, añade, afrontaba dos tipos de competencia por la “parte alta y por la parte baja del mercado”. Por un lado, fabricantes “low cost” de China o Turquía “están ahí y nos han hecho daño”. Sin embargo, más daño ha causado la competencia europea, con la que Martín Lloveras ha batallado siempre. Este sector se ha transformado en Europa mediante fusiones y adquisiciones, con lo que las empresas han crecido de tamaño. “No hemos sabido reaccionar ante esa nueva situación; hemos seguido siendo una empresa familiar”, reconoce Martí Lloveras. “Estas nuevas compañías alemanas, holandesa o suizas, más grandes de tamaño, tienen más necesidad de “alimentarse” y han entrado en un segmento de mercado con un perfil de clientes y proyectos, en el que antes no estaban, y donde nosotros nos mostrábamos más competentes. En este segmento era donde teníamos más capacidad de acción, reacción e influencia entre empresas medianas y grandes”. Antes esa competencia europea se dedicaba sólo a las empresas de mayor tamaño, donde Martí Lloveras no estaba presente. “Ahora están donde operábamos nosotros y ofrecen unas condiciones a los clientes que no podemos igualar”, dice este empresario.
La empresa también se ha visto afectada por la caída de la demanda, debido a la crisis económica, en mercados muy importantes para su actividad. Se trata, por ejemplo, de las ex repúblicas soviéticas y Oriente Medio, donde “en su momento llegamos a obtener entre el 20% y el 30% de nuestra facturación y que han caído estrepitosamente”. Martí Lloveras añade, como otro factor, el acompañamiento bancario que “no ha sido el que hubiésemos deseado”, y no excluye “algunos errores de gestión por nuestra parte”. En este sentido, reconoce que “tal vez las cosas habrían ido de otra manera si hubiéramos considerado la opción de entrar en un grupo más grande”.
Procedimiento ordenado
Martí Lloveras asegura que el ERE, que supuso el despido de toda la plantilla (treinta empleados), se cerró bien para las dos partes. “Los trabajadores han sido muy compresivos con nosotros, y nosotros con ellos”, asegura. “Ha sido un proceso ordenado, que ya está concluido, y que hemos intentado que sea lo menos doloroso posible para todos”, dice este empresario, que no revela detalles de las indemnizaciones pactadas con la plantilla.
La empresa empezó a notar la caída de la demanda en los años 2008 y 2009, aunque estos ejercicios se acabaron salvando gracias “a diversos grandes proyectos que hicimos en Sudamérica”. Sin embargo, reconoce Lloveras, esa situación no dejó de ser más que un “espejismo”. A partir de 2010, la facturación empezó a caer. Así, en 2014, últimas cifras disponibles, las ventas de la empresa terrassense descendió hasta los 4,9 millones de euros y se registraron unas pérdidas de 587 mil euros. En mayo de este año, la compañía presentó preconcurso y finalmente el concurso en septiembre. “En un primer momento pensamos en intentar reconducir la situación. Sin embargo, cuando se presentó el concurso, ya vimos que no iba a ser de continuidad sino de liquidación”. La compañía dejó de producir antes del verano, salvo algunos pedidos pendientes de entrega. Después de vacaciones, se optó por no recibir nuevos pedidos, aunque se siguió con la actividad de recambios y posventa durante algún tiempo.
Ahora se está a la espera de que finalice toda la tramitación del concurso. El administrador concursal, al no tener ya trabajadores la empresa, ha planteado no vender toda la unidad productiva, sino los activos de forma individual para intentar maximizar su valor.