Finalmente no se elevó al pleno de ayer la propuesta que el equipo de gobierno tenía inicialmente prevista de someter a votación a la abogada terrassense Isabel Cazorla como nueva síndica municipal de greuges. La oposición insistió en pedir al equipo de gobierno que retirase la propuesta y el alcalde Ballart decidió posponer la votación y estudiar nuevamente la cuestión.
El nombramiento del síndic de greuges ha contado y debe contar siempre con el máximo consenso y al margen de cualquier consideración que pueda hacerse sobre lo sucedido (esencialmente una pésima planificación y un nulo seguimiento del proceso de votación) se encontraba con el rechazo de cuatro de las siete formaciones políticas que ocupan el salón de plenos, la abstención de una quinta y sólo el voto favorable de los dos partidos del equipo de gobierno. La verdad es que no se le hacía un gran favor a la candidata a síndica forzando su nombramiento, que debería haberse producido en una segunda votación con el ruido que hubiese acompañado al asunto hasta que ésta se produjese.
En cualquier caso, ni es buena la decisión de frenar el nombramiento ni lo hubiese sido el seguir adelante con él. El aplazamiento quizás sea menos malo si el tiempo se invierte en buscar el consenso adecuado.
De todos modos, se abren ahora incógnitas de índole diversa dignas de tener en cuenta. Por una parte, la cuestión está ahora en cómo se resuelve este nombramiento, si después de las consultas que llevará a cabo el alcalde se decide seguir adelante o bien se repite el proceso o quizás se llevará a cabo la elección, por designación directa, sin proceso participativo. En este sentido, en caso de que se repita el proceso, habría que preguntarse si sería capaz el Ayuntamiento de generar la credibilidad suficiente como para que no se contamine. Visto lo visto, es esencial establecer técnicamente un procedimiento que ofrezca absolutas garantías y solventar las disfunciones que miembros del equipo de gobierno han reconocido que existían. No puede haber carencias de ningún tipo. Si algo precisa la designación del síndico no sólo es consenso, sino que no exista la más mínima sombra de duda en su elección.
Por otra parte, habrá que ver qué hacen los candidatos que ya se han sometido y han sufrido un proceso participativo fallido; si se volverán a presentar o no y si los que se retiraron en su momento volverán a someterse a la opinión de los terrassenses.