De los 36 años largos que tiene, once los ha cubierto directamente vinculado a diversos equipos de gobierno del Ayuntamiento de Terrassa, los cuatro últimos como alcalde. Se presenta con sonrisa franca y mirada inquieta, cercano y confiado; sin dobleces. Impulsivo y vital, su franqueza confunde por inusual en un medio como el de la política que él idealiza, pero que puede ser muy hostil. Actúa con determinación, a tumba abierta y gusta del contacto directo con la gente de la calle, alejado del protocolo. Contesta personalmente su correspondencia electrónica y es sumamente activo en las redes sociales. Eso le permite un contacto directo con la ciudad a pie de preocupación que le compromete y le oxigena. Para él la política es contacto y el conocimiento de las pequeñas cosas que ocupan a sus conciudadanos. Pero la política también tiene su lado oscuro.