La nueva convocatoria del Banc d’ Aliments del Gran Recapte, que afronta hoy su segundo día, inició ayer con muy buenas expectativas la recogida de alimentos para los más necesitados. Así al menos se observó en tiendas, supermercados y grandes cadenas de alimentación. Desde primera hora de la mañana fueron muchas las personas que, tras realizar el pago de su compra, entregaron productos y artículos a los voluntarios de la campaña distribuidos en los centros comerciales.
La aportación solidaria para el Gran Recapte, no entiende ni de clase social de edades, aunque si se pudo constatar en el supermercado donde acudimos que las personas de más edad son más sensibles a cooperar con las causas sociales. ¿Por qué? "Porque nuestra generación ha atravesado épocas y momentos muy dificiles", respondía Carles Selva, de 77 años, voluntario y colaborador al mismo tiempo. "Yo recuerdo con mucha claridad que mis padres iban a la parroquia de Súria a buscar comida porque en casa erámos siete hermanos. Mi padre trabajaba de sastre y mi madre cosía pero estábamos en plena posguerra. Aquello fue durísimo, incluso más que la guerra", evocó.
Manuel Garcia, de su generación, recordó el pasado pero más el presente porque la crisis ha golpeado duro a a sus dos hiijos. "Mi esposa y yo cooperamos todos los años pero, en realidad, casi que debería ser a la inversa. Nosotros tenemos los dos hijos de 45 y 42 años parados hace tiempo y uno de ellos, el mayor, está separado y con una niña. Hacen algún trabajo pero temporal y mal pagado. Menos mal que estamos nosotros y la pensión", relató con cierto desánimo.
Arriba y abajo
Y es que para muchas personas con las que tomamos contacto, esto de que ha remontado la crisis, el empleo, sólo es para algunos pero no para todos. "Ahora hay dos mundos, unos que van muy bien y otros que van peor y mal", manifestó Rosa Maria Teres, jubilada también, mientras separaba los productos que iba a donar al Gran Recapte. A pocos metros, Olga Pallejà, con 77 cumplidos, coincidía con Rosa Maria aunque confesaba que había cosas que no entendía. "Pues mucha necesidad, necesidad, no sé si la hay… Cuando llegue ese macropuente de diciembre aquí no quedará nadie y hoy mismo, con esta campaña del "viernes negro" nos invitan a comprar con descuentos… Hay cosas que no encajan", añadió con mirada escèptica. "A mi me ha tocado apretarme el cinturón, como a muchos, pero siempre participo en esta campaña. Mi familia y yo mantenemos el puesto de trabajo pero nada ni nadie te asegura que algún día te puede tocar a tí", añadió Antoni Soraci.
¿Dónde dejo la bolsa?, preguntó Rosa Maria Terés. "Nosotros la recogemos, no se preocupe", respondieron los voluntarios. Y es que a media mañana, ya se habían agotado los primeros recipientes dispuestos para la causa solidaria.
Rocío, de 16 años, voluntaria por primera vez, explicó que "esto es un no parar. Estamos muy ilusionados porque la gente está colaborando mucho. Para mí es una gran experiencia porque tienes la oportunidad de ayudar y conocer a muchísma gente aunque sólo sea para intercambiar unas palabras de agradecimiento". A su lado, Maika, de 18, más tímida, asentía. "La gente joven no suele hablar de crisis pero existe y muchos de nosotros lo viviemos pero calladamente", comentó.
Rocío, Maika, Carles forman parte de las 750 personas que colaborararan con el Gran Recapte de ayer y hoy. Esta red de voluntarios, en turnos, se distribuyen en tiendas y centros de alimentación para recoger las donaciones al tiempo que las depositan después en las "banyeres", las grandes cajas de cartón que después se trasladan al recinto ferial para la clasificación y posterior entrega a personas y familias.
Cajas llenas de pasta, caldo conservas de pescado, leche, cereales, tomate nautral triturado, cacao… alimentos básicos, nutritivos,de larga caducidad… Son los que ha pedido con preferencia el Banc d’ Aliments para abastecer las familias necesitadas. En Terrassa, el año pasado hubo unas 6.500 personas detectadas por servicios sociales del Ayuntamiento de Terrassa que requerían la donación de El Rebost. En Catalunya, este número de personas anónimas vulnerables ascendió a 235 mil personas. Porque como recordaba Eduard Arruga, presidente del Banc d’ Aliments, la crisis puede que haya aminorado pero las consecuencias no están resueltas. Hay personas que un día cayeron en la pobreza y continúan en ella y requieren de ayuda, solidaridad y generosidad". Y añadía "nuesro éxito sería que el banco tuviera que cerrar porque querría decir que no habría necesitados".