Opinió

Políticos y recuperación económica

Es una lástima que, en unos momentos en que, se reconozca o no, las medidas tomadas por el Gobierno y el constante apoyo financiero del Banco Central Europeo hubiesen permitido que nuestra economía lograse un crecimiento envidiable, hayan sido nuestros políticos los que, sembrando diariamente incertidumbre, hayan echado a perder un año que hubiese podido ser histórico.

Tan lastimoso que, por hacer lo que han hecho, es decir nada positivo, sino enmarañar, confundir y desincentivar a todos aquellos que estaban aún dispuestos a crear riqueza y empleo, nos habrán cobrado más reuniones-comida que nunca, sin renunciar a ninguna de sus prebendas, chóferes, dietas y sueldos astronómicos, tratados fiscalmente de privilegio.

A pesar de lo dicho, observando el movimiento de coches y ciudadanos alrededor y dentro de las grandes ciudades, en los últimos meses, me atrevería a decir que el crecimiento de la actividad económica está siendo bastante mayor de lo que nos dicen las estadísticas oficiales.

En lo peor de la crisis, pasar por los túneles del Tibidabo en horas punta no requería la utilización del freno en ningún momento, mientras que últimamente son muchos los días que los atascos son de gran duración. No puedo creer que, al precio que nos cobran pasear por ellos, quienes lo hacen en días laborables lo hagan sin motivación laboral o similar.

Es una lástima que, tras ese año desperdiciado, con unos políticos que ofrecen menos credibilidad que antes (que ya es decir), con bastantes partidos en descomposición, y un gobierno sin la mayoría asegurada, tendremos que confiar en la buena voluntad de quienes hasta ahora poco la demostraron, para que, con la máxima urgencia posible, cedan unos y otros y lleguen a cuantos acuerdos no sólo son indispensables para la aprobación de los presupuestos, la enseñanza, las pensiones, los acuerdos internacionales pendientes de aprobación y un largo etcétera, sino porque de la seriedad, generosidad y capacidad de echar adelante todos esos temas depende que generen algo que casi nunca valoraron suficientemente: la confianza y la estabilidad que necesitan todos cuantos "tiran del carro", trabajando, invirtiendo y generando empleo y riqueza.

Ojalá desde ahora ésa sea nuestra sorpresa cotidiana, en vez de presenciar los deplorables espectáculos que nos han proporcionado durante tanto tiempo, logrando no sólo hundir el país para varios decenios, sino hacer añicos a sus propias formaciones políticas.

No baso mis deseos en la creencia de que ellos cambien por el bien del país, sino solamente porque no pueden estar tan ciegos como para no ver el hartazgo de sus electores por sus demenciales formas de proceder.

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