Ada Colau afronta su segundo año de mandato al frente del ayuntamiento de Barcelona con la mirada puesta en el nuevo partido catalán de las izquierdas, y en un momento en el que el PSC podría mover ficha en el tablero del ajedrez político para buscar una “alianza de progreso” con la confluencia.
En los últimos días, la alcaldesa ha sufrido algún que otro revés en el consistorio barcelonés, como el rechazo de la oposición a las ordenanzas fiscales, lo que obligó al gobierno de Colau a retirar su proyecto.
O el hecho de que CiU haya mostrado su disposición a iniciar conversaciones con ERC y otras fuerzas de la oposición para intentar un gobierno alternativo, aunque no parece que pueda concretarse en una moción de censura porque los partidos mantienen profundas discrepancias entre sí.
El líder local de ERC, Alfred Bosch, está dispuesto a explorar esta alternativa “con quienes quieran un gobierno de cambio real en Barcelona”, pero tildó de “absurdidad” un hipotético acuerdo con Ciudadanos o el PP (necesarios para la moción de censura), mientras que el diputado de ERC en el Congreso Gabriel Rufián recalcó: “Ha sido descartado categóricamente”.
Barcelona en Comú ganó las municipales y obtuvo 11 de los 41 concejales de Barcelona, y Colau fue investida con el apoyo de los cinco de ERC, los cuatro del PSC y uno de los tres de la CUP.
Los socialistas se incorporaron posteriormente al gobierno municipal a principios de verano, mientras ERC y CUP votan a menudo en contra de esta alianza hasta el punto de que por primera vez Barcelona no tendrá aprobado un Plan de Actuación Municipal del mandato.
En paralelo, la maquinaria para engrasar el nuevo partido catalán de las izquierdas, bajo la sombra de Colau, prosigue su marcha con una fecha ya marcada en rojo en el calendario: en marzo está prevista la asamblea constituyente de la nueva formación de la confluencias ante la incierta encrucijada del proceso independentista.
Por el momento, BComú, el partido de Colau, y EUiA ya han aprobado sus respectivas hojas de ruta, mientras que ICV lo hará a principios de noviembre.
Podem, la otra pata del nuevo partido, retrasa su proceso, ya que la formación que lidera Albano Dante Fachin está inmersa en el proceso de consolidación de su estructura en todo el territorio catalán, más allá de Barcelona y su área metropolitana, tras el nombramiento de la nueva ejecutiva el pasado mes de julio.
Contenido programático y modelo de país son así las asignaturas pendientes que debe consensuar el nuevo partido de Colau, que ambiciona gobernar Cataluña, con procesos de deliberación y diferentes ponencias que se celebrarán antes de la asamblea fundacional de marzo.
Todo ello, en un momento de tensas relaciones entre el PSOE y el PSC y, de hecho, los socialistas catalanes debatirán en su congreso del próximo fin de semana una posible “alianza de progreso” con la nueva formación de la alcaldesa.
Colau ha reiterado en más de una ocasión su compromiso de agotar su mandato en el consistorio barcelonés, descartando así liderar el nuevo partido cuyo alumbramiento, precisamente, coincide en el tiempo con su segunda maternidad, de manera que el líder de En Comú Podem y persona muy próxima a la alcaldesa, Xavier Domènech, podría perfilarse para liderar la formación, aunque también se apunta como cara visible al portavoz de ICV, Ernest Urtasun.
De hecho, Domènech presentará el jueves 3 de noviembre la conferencia “Una nueva fuerza para una Cataluña nueva”, en la que desgranará las claves principales del nuevo partido “catalán, progresista y soberanista”, acto que se entiende como el pistoletazo de salida en la construcción de la nueva formación.
En los movimientos para encajar las piezas del partido de las izquierdas, Pablo Iglesias, Ada Colau y Alberto Garzón urgieron dar estabilidad al nuevo espacio de los comunes en el transcurso de la asamblea de EUiA celebrada el pasado fin de semana.