El presidente de Aragón y líder de los socialistas en esa comunidad, pidió ayer a Pedro Sánchez que se retire con dignidad y que no estorbe ni entorpezca lo que podría considerarse el intento de refundación del PSOE. De la misma forma, antiguos dirigentes del PSOE, entre los que se cuenta a Alfonso Guerra, manifestaron abiertamente su opinión de que las primarias para la elección del secretario general de los socialistas, algo de lo que el PSOE ha hecho bandera durante muchos años, no están en el ADN del partido y aseguran, como Rodríguez Ibarra, que significan poco menos que una traición a la historia de la organización. El ex presidente extremeño llegó a decir que si él hubiese sabido que su partido iba a adoptar una deriva asamblearia de consulta constante a los militantes se hubiese afiliado al Partido Comunista. En ese sentido, el propio Lambán comparó la elección de Pedro Sánchez en 2014 con Operación Triunfo.
El tiempo dirá si Pedro Sánchez se equivocó el domingo en las declaraciones que realizó en el programa “Salvados” de Jordi Évole, que una vez más se convirtió en referente del periodismo bien hecho, pero de lo que no cabe ninguna duda es de que el PSOE va a pagar muy caro el ridículo que ha hecho en los últimos meses. La entrevista a Sánchez hizo evidente que la fractura es abierta y sangrante y que la crisis, lejos de cerrarse, no ha hecho más que empezar.
De todo este barullo socialista, llama especialmente la atención la omnipresencia de las viejas glorias que no sólo mantienen lo que en otro tiempo se hubiese dado en llamar algo así como una ascendencia moral, sino que parece que tienen una capacidad de decisión importante, al margen, del poder necesario, como es el caso de Felipe González si hacemos caso a lo que dijo Pedro Sánchez, para influir de manera decisiva en el devenir del partido.
El PSOE, con primarias o sin ellas, tiene mucho trabajo por delante. En primer lugar, definir cuál va a ser su papel en la oposición una vez que ha aupado a la presidencia a Mariano Rajoy, y en clave interna, reconstuirse, pero además poniendo encima de la mesa cuál debe ser su estrategia política en el nuevo escenario que marca la presencia de Podemos en el panorama político español. Algo tendrá que decir también de las viejas glorias que desde retiros más o menos dorados mantienen una arrogante presencia que pretende ir más allá de la mera voz de la experiencia. Los jarrones chinos son difíciles de gestionar.