Opinió

Camino

El PSOE ha decidido ya que dejará que sea Mariano Rajoy, nuevamente presidente del gobierno de España. La pregunta ahora es cuánto le va a costar a los socialistas la crisis tan profunda en la que se han sumergido en el último año. No estamos sólo ante una decisión de gobernabilidad de España, que también, sino del futuro de un partido que hasta ahora ha sido de gobierno y que a partir de ahora busca nuevamente su lugar en el mundo.

La abstención en el Congreso para que Mariano Rajoy revalide su presidencia tiene dos lecturas. Los abstencionistas consideran que es un mal menor para el partido y un bien para España. En primer lugar, habría que ver si la decisión viene dada por lo uno o por lo otro. Se considera que unas terceras elecciones significarían un descalabro para los socialistas después de todo lo pasado y que hasta la convocatoria de nuevos comicios el partido tendrá tiempo de reorganizarse para volver a ser el que fue. El partido no sólo busca un líder o una “lideresa”, sino situarse nuevamente en el mapa político e incluso poniendo en cuarentena la cuestión territorial, que en Granada se dirigió hacia el federalismo como forma de solucionar los problemas que ha generado el independentismo catalán.

Por su parte, los partidarios del “no es no” consideran que esa opción es cortoplacista y que el partido pagará muy caro el haber convertido en Presidente a Rajoy gratis, cuando el gran objetivo de los socialistas era precisamente lo contrario. Es curioso que ahora el gran debate sea si debe haber una abstención generalizada y disciplinada por parte de todos los diputados o reducirla al mínimo imprescindible para que no se ahonde más en la división interna del partido.

En ese debate está también el PSC, claro y transparente en la explicación que ofreció Miquel Iceta en el Comité federal, en el que pidió comprensión para una decisión que es firme. El PSC, por coherencia, no está por investir a Rajoy, porque sus votantes no lo entenderían dada la realidad política catalana.

El PSOE debe reinventarse y más parece que va camino de la implosión que de lo contrario. En cualquiera de los casos, el PSOE debe afrontar su “zugzwang” desde la convicción de que tiene que prepararse para una larga travesía del desierto si finalmente Podemos resulta inmune de sus cuitas internas. Habrá que ver si el movimiento de los socialistas sólo empeora su posición o les hace perder la partida.

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