La resistencia que opuso ante su agresor, contra el que luchó con uñas y dientes, fue lo que le salvó la vida. El acusado, tras entrar en casa de la víctima, la agredió primero con un cuchillo, que le intentó clavar varias veces en el pecho, y luego con una hoja de cúter, también sin éxito. La víctima forcejeó y se defendió con unas tijeras, alcanzando a su verdugo en el pecho y el cuello, que tras ser herido huyó. El suceso ocurrió en Sant Miquel de Guanteres en octubre de 2014. En el momento de los hechos ambos eran vecinos.
Una sentencia de la Audiencia Provincial condena al agresor a cuatro años y medio de cárcel por un delito de intento de homicidio y otro de allanamiento de morada, con el agravante de disfraz (el imputado llevada la cara tapada cuando se produjeron los hechos). El fallo también dictamina una orden de alejamiento de la víctima de no menos de 500 metros durante un periodo de un año tras el cumplimiento de la condena.
Los hechos se remontan al 17 de octubre de 2014, cuando sobre las 6.20 de la mañana el acusado saltó la vaya exterior de la vivienda de la víctima. Llevaba unos guantes, una mochila y un cuchillo, y esperó en el patio a que ésta saliese de casa. Cuando ella se dispuso a salir llevaba en las manos unas tijeras de podar con la intención de cortar unas hierbas del jardín. Al abrir la puerta de casa, el imputado la abordó por sorpresa, le indicó con un gesto que guardase silencio y la empujó hacia el interior del inmueble.
Forcejeo
Ya dentro de la casa, el agresor se colocó encima de la víctima, que se encontraba en el suelo por el empujón recibido, e intentó reiteradamente clavarle el cuchillo en el pecho, al tiempo que le introducía los dedos en la boca para que no gritase.
Ella, sabedora de que su vida corría serio peligro, se defendió como pudo: mordió los dedos a su agresor, le sujetó el brazo que empujaba el cuchillo hacia su pecho y utilizó en el forcejeo las tijeras de podar que llevaba, que resultaron providenciales. Logró la mujer que el acusado soltase el cuchillo, pero inmediatamente sacó una hoja de cúter del bolsillo. Cuando ya se la había colocado en el cuello, la mujer, que siguió forcejeando, consiguió que la soltase. En ese momento, el agresor, que había sido herido en el pecho y el cuello con las tijeras de la mujer, huyó del lugar, dejando en la casa los guantes, el cuchillo y el cúter.
Durante el ataque, el acusado, que llevaba la cara cubierta con una camiseta con dos agujeros a la altura de los ojos, rechazó los ofrecimientos de dinero y objetos de valor que le hizo la víctima y reiteró que venía a matarla.
La sentencia también recoge que, a consecuencia de los hechos, la mujer sufre un síndrome postraumático -que se manifiesta con miedo a los hombres, a quedarse sola en casa y sentimientos de persecución-, por el que se encuentra en tratamiento. Además, se ha visto en la necesidad de cambiar de domicilio.