El Ayuntamiento de Terrassa incorpora la perspectiva de género a los presupuestos municipales.
Normalmente, los documentos presupuestarios parten de la premisa de su carácter técnico y neutro a las relaciones de género, ya que se presentan como documentos contables que reflejan las prioridades municipales, las cuales suelen tener como objetivo general garantizar unas condiciones de vida dignas a toda la población. No obstante, la realidad es compleja y la gran diversidad social existente se combina con la desigualdad estructural a la que tienen que hacer frente las mujeres en todos los rincones de este planeta y también en nuestras ciudades y pueblos. Y estas desigualdades también tienen su reflejo en las cuentas municipales, ya que éstas pueden promover cambios hacia la equidad, pueden ignorarla o pueden actuar en sentido regresivo, frecuentemente sin que aparezca de forma explícita en sus análisis.
Así, la diferente posición que ocupamos en nuestros hogares, donde la mayor parte de los trabajos domésticos y de cuidados son desarrollados todavía por mujeres, sin remuneración en la mayoría de las ocasiones -y en condiciones muchas veces precarias cuando se realizan por un salario-, es uno de los principales factores que influyen en la forma en la que participan las mujeres en el mercado laboral. Ambas esferas están mucho más vinculadas de lo que usualmente se reconoce y es consecuencia de esta limitación de tiempos lo que condiciona a muchas mujeres a aceptar trabajos a tiempo parcial, a pesar de que les suponga una merma importante en sus ingresos. Además, la separación durante unos años del mundo laboral por tareas relacionadas con el cuidado de sus descendientes también influye en que sean las que se encuentran concentradas en actividades con bajas remuneraciones y, en consecuencia, reciban bajas prestaciones sociales en caso de desempleo o de jubilación. Todo ello hace que la pobreza tenga principalmente cara de mujer, puesto que muchos derechos sociales están vinculados a la participación en el mercado laboral.
Por todo ello, es imprescindible que al planificar la política presupuestaria, es decir, al diseñar en qué se van a utilizar los recursos monetarios que aporta la ciudadanía al bien común, se tenga en cuenta desde el primer momento una foto dinámica de los roles y lugares que ocupan los diversos grupos de mujeres y hombres que forman parte de nuestra ciudad. Ésta es la base que nos permitirá poder conocer qué es lo que hemos estado haciendo en los últimos años con mayor detalle, ya que, no solamente analizaremos si el dinero utilizado ha sido gastado o invertido de una forma eficiente, sin desvíos en la gestión, sino que nos pararemos a analizar quiénes han sido los colectivos con los que se ha mantenido más relación. De este modo, tendremos más información sobre las mujeres, hombres, niñas y niños a los que se han ofrecido los servicios y actividades que se han impulsado por el Ayuntamiento con el objetivo de mejorar su calidad de vida, teniendo en cuenta su posición de partida y las necesidades específicas que manifiestan. Además, nos permitirá analizar en el medio plazo quiénes son los colectivos con los que menos relación tiene la administración pública más cercana a la ciudadanía e intentar entender sus razones y conocer mejor el tejido asociativo social, económico y político de nuestra ciudad.
Éste ha sido el objetivo de la inserción de la perspectiva de género en los análisis presupuestarios que en las últimas décadas han tenido lugar en todos los continentes en los diversos niveles administrativos, desde el local hasta el supraestatal. Estas experiencias están permitiendo poner unas bases más sólidas a los presupuestos participativos, en los que la ciudadanía de forma directa puede expresar su voz y sus prioridades en las políticas municipales que les afectan.
Sabemos que no es una tarea sencilla, que exige mucho tiempo y pedagogía, pero es muy relevante que volvamos a recuperar el papel protagónico que corresponde a la ciudadanía en las decisiones que les afectan directamente y que podamos, de este modo, impulsar una nueva cultura política de la participación en la que realmente nos sintamos partícipes del diseño de la ciudad para que sea habitable de forma sostenible, donde todas y todos nos sintamos seguras y donde las calles, parques y plazas recuperen su centralidad como espacios de convivencia y de intercambio.
Yolanda Jubeto pertenece a la Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea y Lluïsa Melgares es concejal de Políticas de Género del Ayuntamiento de Terrassa