El sospechoso de asaltar dos ópticas y una ferretería, y unos cuantos comercios más, hasta ocho, en Terrassa, ha sido detenido por agentes de los Mossos d’Esquadra. Él y su compinche, una mujer egarense que a veces lo acompañaba en sus razias delictivas para ejercer de vigilante. Al arrestado se le atribuyen los ocho asaltos en Terrassa y otros once robos con fuerza más: nueve en Sabadell y dos en Sant Quirze del Vallès.
No es la primera vez que detienen el mismo individuo, vecino de Ripollet. De hecho, la policía lo considera multireiincidente. Sólo con los mossos tenía ya quince antecedentes policiales.
El método empleado no se caracterizaba por la sofisticación extrema. Los delincuentes buscaban establecimientos con puerta de vidrio, o escaparates sin persiana. Algo sin complicaciones. Y el arma a usar era, por lo común, una piedra de grandes dimensiones; un adoquín, por ejemplo, con el que el autor directo de los robos golpeaba los cristales hasta abrir un boquete. Daba igual que muchos de los vidrios fuesen de seguridad, de doce milímetros de grosor.
Dinero
Ya dentro, el ladrón se movía con rapidez, procurando el dinero de la caja registradora, pero sin hacer ascos a objetos de valor. Y se daba a la fuga una vez obtenido el botín. Alguna vez lo vieron escapar. Cuando robó en una ferretería del paseo del Vint-i-dos de Juliol, en el Antic Poble de Sant Pere, por ejemplo. Fue el domingo 25 de septiembre, de madrugada.
El tipo asestó golpes en el aparador hasta hacer un agujero por que metió la mano para robar un destornillador eléctrico que allí estaba expuesto. Un vecino le gritó y el sujeto echó a correr en dirección al Parc de Vallparadís.
En otro robo, el perpetrado el viernes 30 de septiembre en una óptica de la calle de Galileu, en Ca n’Aurell, unos testigos vieron a una pareja, un hombre y una mujer. Cuando llegó la policía, una luna de la tienda estaba destrozada, con los cristales tirados en el suelo del comercio. Por el hueco entró el delincuente. Otra óptica, ubicada en la carretera de Castellar, fue asaltada el 26 de septiembre.
La oleada de robos atribuida al mismo individuo se inició a mediados de julio en varios sitios del Vallès Occidental. Los mossos detectaron alarma social en buena parte del comercio ante la proliferación de actos de latrocinio.
Un vehículo sospechoso
En Terrassa hubo asaltos, además de los registrados en las dos ópticas y en la ferretería, en un local de la avenida de Jaime I, en otro de la Rambleta del Pare Alegre, en la avenida de Jacquard… La unidad de investigación de la comisaría de Terrassa recabó indicios: vestigios de las sustracciones, examen de imágenes de video, declaraciones de testigos, y con esos mimbres comenzó a elaborar unas indagaciones que recibieron un empujón significativo con la identificación de un coche que el consumador de los delitos había utilizado para huir.
El cerco se estrechaba y los investigadores dieron con dos personas, un hombre de Ripollet y una mujer de Terrassa, de 35 años él, de 54 ella, ambos españoles.
Operativo de vigilancia
El 4 de octubre los agentes detuvieron a la mujer. Habían montado un operativo de vigilancia en Terrassa, por si la pareja volvía a actuar, y a eso de las cuatro de la madrugada apresaron a la sospechosa cuando se dirigía a su domicilio. La detuvieron por su presunta participación en tres delitos de robo con fuerza.
Dos días después, el 6 de octubre, en una acción conjunta de los mossos de Terrassa y los de Sabadell, fue detenido el sospechoso. Ese día, los agentes entraron en su domicilio y en la vivienda de la detenida. En los registros, autorizados por el juzgado de instrucción número 2 de Terrassa, los investigadores encontraron ropa y calzado que coincidían con los que el sujeto llevaba en algunos de los robos; también decomisaron material sustraído: un teléfono móvil, un portátil, unas gafas de sol.
El viernes pasado, los dos detenidos pasaron a disposición judicial. Ella salió del Palacio de Justicia en situación de libertad, con cargos. Él ingresó en prisión.
