El consumo de heroína parece haber regresado para quedarse. Las droga que destruyó una generación en los años 80 vuelve a golpear ahora a los consumidores más jóvenes, que han reinterpretado el “caballo” y hoy lo han incorporado a sus consumos de fin de semana.
Así lo explican en varias de las narcosalas que operan en el área metropolitana, donde se dan cita policonsumidores de todo el territorio, también de Terrassa.
Una de las claves del regreso de la heroína es su precio actual y la idea generalizada entre los consumidores de que el riesgo está en pincharse. “Ahora la fuman -explica la doctora Yolanda Tascón, psiquiatra de la Unitat de Toxicomanies del Hospital Universitario MútuaTerrassa- y la utilizan para atenuar los síntomas no placenteros de la cocaína, como el insomnio, las inquietud o las convulsiones”.
En el marco de ese consumo complementario, el “caballo” sigue condenando a la adicción a sus consumidores y generando un síndrome de abstinencia idéntico al que padecían los yonquis. “Es más barata y llega muy adulterada, pero sigue siendo una sustancia muy peligrosa que genera un grado de dependencia muy alto”, advierte Tascón.
En el mercado, el precio de la heroína se ha desplomado en los últimos años, desde que el 2009 se detectara el repunte más alto de la sustancia. En este momento los niveles de consumo giran en torno al 12 %, por debajo de drogas como el alcohol, que supera el 47%, la cocaína, que ralla el 18%, o el cannabis, en torno al 14%.
La heroína ocupa ya el cuarto lugar en el dramático ranking de las drogas más consumidas por la población. En la calle, hoy se puede conseguir una dosis de heroína por 10 euros y un gramo por unos 40. Ese es precisamente uno de los factores de riesgo de la sustancia, que ha regresado al mercado barata y muy cortada.
Jóvenes y reincidentes
El perfil del actual consumidor muestra dos realidades que no siempre conviven. En las narcosalas se dan cita los jóvenes policonsumidores de entre 18 y 25 años, muchos de los cuales han probado la heroína recientemente, hace apenas dos años. Para ellos el efecto depresor y alucinógeno de la droga funciona como contrapunto al euforizante de la cocaína y las drogas sintéticas.
El segundo colectivo es el de los reincidentes. Personas que se inciaron en el consumo de la heroína en la adolescencia y que hoy arrastran las consecuencias de esa adicción.
Este es el grupo que llega a la red de Centres d’Assistència i Seguiment de les Drogodependències (CAS) y a las consultas médicas, la mayoría de ellos sujetos a tratamientos de metadona. La realidad de los heroinómanos más jóvenes permanece oculta y latente, de momento.
Víctor Martí, coordinador del CAS del Consorci Sanitari de Terrassa en Rubí, explica cómo a nivel estadístico “no podemos hablar de repunte epidémico”. El doctor comenta que en las consultas la heroína es una droga eminentemente masculina. “Más del 80% de los consumidores son hombres y tienen una edad media de 40 años”, explica.
“La situación de consumo les lleva a perder el empleo y su capacidad de relacionarse. La heroína sigue siendo una droga que margina a quien la consume”. Martí explica que “los tratamientos con metadona y de deshabituación tienen una eficacia elevada en la actualidad y contribuyen a mejorar considerablemente la calidad de vida de los pacientes. También a reducir la delincuencia asociada” y el riesgo de contagio. “Muchos heroinómanos no mueren por la adicción, sino porque contraen el sida”.
El psicólogo clínico admite que el nuevo consumo de heroína puede no haber llegado aún a las consultas y tampoco a las estadísticas y advierte de los falsos tópicos que acompañan al consumo entre los más jóvenes. “La heroína sigue asociada a la marginalidad y la fuman, con la falsa idea de que será menos perniciosa. Todo lo contrario que ocurre con la cocaína, que sigue siendo considerada una droga de éxito. Se la inyectan, pese a lo cual no pierde esa imagen”. En las consultas de los CAS, hoy son los cocainómanos los que muestran brazos completamente perforados, explica Martí.
Los especialistas alertan del riesgo de que la heroína acabe cobrando el protagonismo que ya tiene en Estados Unidos, donde las muertes por sobredosis se han disparado y ya se habla de epidemia. La psiquiatra Yolanda Tascón recuerda que a los CAS (en Terrassa, en Sant Cristòfor, 60) ” se puede acudir directamente, sin volante”.