Es Alejandro Ruiz-Huerta, único superviviente de la matanza de Atocha. No podrá olvidar en su vida el recuerdo de lo ocurrido hace casi 40 años años (24 de enero de 1977) en un despacho de abogados laboralista de CCOO y el PCE en Madrid, cuando un grupo de ultraderechistas asesinó a cinco compañeros, en un momento clave para la transición en España. "En aquella época, la democracia empezaba a funcionar entre el diálogo de los integrantes del Antiguo Régimen y los partidos políticos, aún no legalizados. Nos estábamos jugando la democracia, que después iba a ser de mínimos. Y aquella noche, todo esto se puso en jaque". Ruiz Huerta, catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Córdoba, fue el protagonista de un acto de homenaje y recuerdo a los abogados de Atocha que, organizado por CCOO, se celebró el pasado viernes en la Nova Jazz Cava. Además de Ruiz-Huerta, participaron Joan Carles Gallego y Enrique Rodríguez, secretario general de CCOO en Catalunya, y máximo responsable de CCOO del Vallès Occidental y Catalunya Central, por este orden. "El franquismo no murió con Franco. Con contradicciones, siguió con voluntad de mantenerse y frente a él se plantaron movimientos sociales. La democracia se ganó en la calle", dijo Gallego.
"Dos pistolones terribles"
Ruiz Huerta centró su intervención en tres partes: los antecedentes, los hechos y sus consecuencias. "Existía una tensión muy grande desde que en diciembre del 76 se aprobó la Ley de Reforma Política: los secuestros de Oriol y Villaescusa, muerte de estudiantes…" A las 10,30 de la noche de ese 24 de enero, cuando el grupo de abogados laboralistas ("éramos abogados de barrio, vinculados al movimiento obrero con un compromiso firme con los trabajadores") estaba en la sede de Atocha, número 55, irrumpieron dos encapuchados (un tercero se quedó vigilando) con "dos pistones terribles", que dispararon a discreción. "Se pusieron a disparar locamente, una ensalada de tiros terrible", rememoró. Javier Sauquillo, Enrique Valdevira, Serafín Holgado, Luis Javier Benavides y Ángel Rodríguez fueron los cuatro abogados laboralistas y el sindicalista que fueron asesinados. Otros cuatro quedaron heridos de distinta gravedad. Ruiz Huerta se salvó de manera inverosímil. Un bolígrafo Inoxcrom metalizado, que llevaba en la camisa, cumplió una labor insospechada. La bala rebotada que iba a matar a Alejandro no le dio en el esternón sino que impactó lateralmente en el boli. Y, así, por casualidad, se salvó. Ya en el suelo, cayó sobre él el "cuerpo destrozado" de uno de sus compañeros de tal manera que le cubrió sus órganos vitales. En una segunda oleada de disparos, recibió cuatro tiros en una pierna y se hizo el muerto. "He vivido el 70% de mi muerte. Estuve en el silencio de la muerte y la vida que se iba acabando": Es el primer año en el que Ruiz-Huerta no estuvo acompañado por ninguno de los otros tres supervivientes del atentado, después de que falleciera Dolores González Ruiz en 2015.
La legalización del PCE
"Hay gente que vincula la masacre de Atocha y la legalización del PCE. Si se aceleró la legalización del PCE fue por los cinco mil compañeros que organizaron de manera impecable la seguridad en los multitudinarios funerales que se celebraron el 26 de enero de 1977" y que hizo que muchos se dieran cuentan que los miembros del PCE no eran algo así como el "diablo". "No se legalizó el PCE por Atocha, se hizo porque era algo totalmente necesario para que el camino hacia la democracia tuviera una base mínima de legitimidad", añadió.
A los autores materiales de la matanza se les detuvo y condenó, con una "sentencia suficientemente digna" pero a este abogado le pesa que aún hoy en día "no dejan investigar a la parte del Estado que estuvo supuestamente vinculada a crímenes ocurridos durante la Transición". Hace casi cuarenta años, ya "los jueces nunca facilitaron las cosas para aclarar la trama fascista que había detrás del atentando de Atocha".