Terrassa tiene una herida que se abre cada año en septiembre. El recuerdo de las riadas de 1962 acompaña a la ciudad y genera inquietud incluso entre los que no las vivieron. Hoy reproducimos unas imágenes inéditas de las riadas. Se trata de un puñado de fotografías de autor desconocido que una persona encontró en la calle cuando la ciudad ni siquiera era todavía consciente de la magnitud de lo ocurrido. Son fotografías de escenarios icónicos de las riadas, de lugares y hechos grabados ya en nuestra memoria por el inconmensurable trabajo de profesionales como Joana Biarnés, que se convirtió en el ojo de la catástrofe, pero con una personalidad diferente. Las que publicamos hoy probablemente no tienen la calidad periodística, el dramatismo trágico de las de Joana Biarnés, Juanita en aquella época, pero tienen el valor de la oportunidad y de la frescura.
Sirvan esas fotos, un año más para recordar que Terrassa está lacerada por sus rieras, centenares según un extraordinario trabajo de documentación que realizó en su momento Joaquim Verdaguer, que la memoria pervive y el temor también. Esta misma semana los vecinos de los barrios por los que discurre la riera de Les Arenes ha anunciado movilizaciones y acciones incluso judiciales si no se pone remedio al estado del lecho. Los vecinos muestran su preocupación por la espesa vegetación que ha invadido la riera después de años de que no se han llevado a cabo acciones de limpieza. La reivindicación, que no es nueva, pero ahora parece más contundente, está dirigida a la ACA, por lo que los vecinos se ponen del lado del Ayuntamiento al solicitar al organismo de la Generalitat que lleve a cabo su obligación de mantenimiento de los lechos de las rieras.
El viejo contencioso que enfrenta a las administraciones local y autonómica tiene dos consecuencias, por una parte, la puramente administrativa, que estriba en conocer quien es el obligado a llevar a cabo los trabajos de limpieza y mantenimiento; por otra parte, está las consecuencias potenciales en caso de que se produzca una improbable riada. La vegetación no solo es un peligro por la posibilidad de desbordamiento que genera, sino porque no se conoce si afecta a la seguridad de los muros. En definitiva, que la pugna entre administraciones genera una situación objetiva de peligro para la población.
Aun siendo difícil que se produzca una situación parecida a la de 1962 o a la de 1971, que queda un poco olvidada pero que no se convirtió en tragedia precisamente por el encauzamiento de la riera, se trata de un peligro potencial y por su puesto, una injustificable dejación por parte de la administración a la que le corresponda.