Medir Llunell era un joven treintañero cuando en los días posteriores a la riada de 1962 protagonizó un curioso hallazgo. “Eran las 8 de la mañana y me dirigía por la calle Pare Llaurador a trabajar a la obra cuando, a la altura de Galileo, vi un montón de fotografías por el suelo completamente empapadas”.
El albañil las cogió una a una, las agrupó y se las llevó a casa en la mano -“no cabían en el bolsillo”- para ponerlas “a secar al sol”. 54 años después, esas instantáneas tomadas el día después de la tragedia, a primera hora de la mañana, siguen buscando autor, o autora.
Las fotos captan la dimensión del desastre en el eje de la Rambla d’Ègara, desde La Rambleta hasta el Vapor Aymerich, Amat i Jover (hoy mNACTEC). En ese recorrido, el fotógrafo captó la única imagen de la esquina de Grànius antes de que apuntalaran el edificio fatalmente arrasado por las aguas.
“Después de revisar todas las fotos de la riada que conserva el Arxiu Històric no he encontrado ninguna igual -explica el fotógrafo y documentalista Rafael Aróztegui-. Las hay de los mismos lugares, pero son distintas”.
El rastreo no ha permitido desvelar la autoría de las imágenes, obra de uno de los pocos egarenses que tenían cámara en el 62. Todo indica que la persona que portaba las fotos las perdió, y con ellas, su legado fotográfico.