Opinió

Deberían aplicar soluciones

Va en aumento la preocupación en nuestro empresariado y también de Bruselas, donde además ven atónitos la obstinación incomprensible de Pedro Sánchez y su ejecutiva, ya no sólo por su larga insistencia en no querer hacer una gran coalición constitucionalista, que es lo que verían con más simpatía, y más se practica en toda Europa en situaciones similares, sino porque no dan crédito a sus intenciones de formar un gobierno con la amalgama variopinta restante, cuyos presupuestos serían tumbados por nuestros socios y constituiría un fuerte mazazo a nuestra credibilidad.

Una cosa es unirse contra el PP y otra muy distinta llegar a acuerdos de gobierno en un conglomerado donde las filosofías, exigencias y objetivos van, no sólo contra muchas normas establecidas, sino en direcciones muy dispersas.

A medida que pasa el tiempo, crece la preocupación porque la confianza en nuestra economía se va degradando dentro y fuera del país y, en un momento que hubiésemos podido acelerar el ritmo de mejoría, está sucediendo justo lo contrario, como consecuencia de la incertidumbre que crece con el paso del tiempo.

Tener un gobierno "en funciones" nos está dejando fuera de toda una serie de reuniones internacionales y en especial comunitarias de suma importancia, como la que se celebró en agosto en Italia, a la que asistieron sólo Renzi, Merkel y Hollande, con el fin de perfilar lo que deberá ser la Europa posterior al Brexit, y como cuarta economía, una vez fuera los británicos, le hubiera correspondido asistir a España.

Tampoco ha sido invitado el señor Rajoy, por estar en funciones, a ninguna de las reuniones convocadas por la señora Merkel, muchas parciales y una cumbre reciente en Bratislava, adonde acudieron 27 jefes de Estado y de Gobierno (todos menos el británico, por razones obvias, y España, por ese maldito bloqueo electoral que no nos merecemos).

Otros temas candentes, como las conversaciones sobre las posibilidades de avanzar en una unión fiscal y la culminación de la Unión Bancaria Europea, continúan sin que nuestros importantes intereses en los dos asuntos se puedan dejar oír con la rotundidad que sería necesaria.

El ejemplar comportamiento de pequeños empresarios, autónomos y ciudadanos particulares, no sólo principales víctimas de la crisis, sino paganos por decisiones oficiales, contrasta con el comportamiento del mundo político que, en términos generales, continúa disfrutando de todas sus prebendas y lleva casi un año mareando el ambiente y enturbiando el futuro.

En resumen, es vergonzoso y difícil de entender porque oscuras motivaciones mantienen indefinidamente esa situación de bloqueo, a sabiendas de que, en no mucho tiempo más, podemos sufrir complicaciones mayores de las que vivimos en los peores momentos de esta larga crisis.

O no saben lo que "se nos juegan", o el país entero les preocupa mucho menos de lo que ya nos venía pareciendo.

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