"Qué asco de moras, odio a las moras, que se vayan a su puto país", les espetó, según el magistrado. Un joven ha sido condenado por insultar a dos mujeres marroquíes y propinar puñetazos a una de ellas. El incidente ocurrió en un autobús municipal de Tmesa en febrero del 2013 y la sentencia, que castiga al acusado a un año de prisión y a una multa de 350 euros, afirma que el procesado actuó "movido por el odio, desprecio y hostilidad que sentía por motivos raciales". La pena pudo ser superior, pero el reo se ha beneficiado de un retraso en el proceso judicial.
La resolución, dictada por el juzgado de lo penal número 1 de Terrassa, asegura que la mujer agredida a puñetazos sufrió policontusiones en la frente y una rodilla, y relata que el acusado, una vez en la calle, esgrimió una navaja "con símbolos de ideología nacionalsocialista". Y que blandió el arma blanca mientras decía a las dos mujeres que las rajaría si lo seguían. La sentencia, que atenúa la pena al inculpado porque el proceso se alargó de manera indebida, dice que los hechos fueron constitutivos de un delito contra la integridad moral y de una falta de lesiones. Además del año de prisión y la multa, la sentencia incluye una medida de protección: durante dos años el reo no se podrá acercar a menos de trescientos metros de las dos víctimas. Deberá pagar a la agredida una indemnización de 180 euros.
El chófer paró el autobús e instó a los implicados en el altercado a que bajaran. Ya en la calle, el procesado sacó la navaja y amenazó a las víctimas con rajarlas si lo seguían. Ese extremo ha considerado acreditado también el magistrado, que no pudo ponderar la versión del procesado porque éste no se presentó en el juicio.
Una colleja
Antes, durante la instrucción, sí había declarado. Admitió haber asestado "una colleja" a una de las mujeres antes de bajarse del bus y haber dado un pisotón en el suelo para conminar a las usuarias a que subieran al vehículo; y admitió también que les propinó un empujón para apartarlas "porque pensaba que iban a pegar a su madre o a su novia". Negó haber esgrimido la navaja, un arma de colección que había comprado el día de antes en Barcelona y que, según su versión, entregó a su madre para que se la guardase. La navaja había sido entregada por la progenitora del acusado a uno de los policía municipales que los interceptaron tras ser avisados del incidente.
Las víctimas expusieron el suceso "de forma convincente", según la sentencia. Contaron que el encausado las llamó "moras de mierda" y escupió a una de ellas cuando ésta se giró al oír la ofensa. El conductor del autobús contó que pudo apreciar, mirando por el espejo retrovisor, un incidente entre unas chicas árabes y un joven "vestido de paramilitar" y que oyó voces e insultos, y algo referente a "país" y "trabajo". El chófer vio que, una vez fuera del bus, el acusado dio manotazos y patadas a las chicas. Y observó cómo ellas huían.