Tiene la cara magullada, y un brazo. Y las gafas le quedaron inservibles por el impacto. "No paraba de sangrar", dicen testigos. El peatón, un hombre mayor, trastabilló el martes de la semana pasada con la rejilla de un alcorque sobresaliente del suelo, frente al número 171 de la carretera de Matadepera. No era el primer transeúnte que caía al suelo al topar con ese obstáculo, a decir de los vecinos. Cuando menos, dos más han tropezado allí mismo en lo que llevamos de año.
Es difícil que en las próximas semanas se registren más tropiezos en ese tramo por culpa de la reja protectora del árbol, pues un día después de la última incidencia unos operarios solventaron el problema: rebanaron la tierra que había provocado el levantamiento de la rejilla y ésta volvió a estar a ras de suelo. "Hasta que las raíces del árbol y las hojas acumuladas la vuelvan a levantar", señala una comerciante del tramo, ubicado entre la plaza del Aigua y la calle de la Autonomia, en Sant Pere.
El transeúnte herido la semana pasada, el martes por la mañana, no paraba de sangrar y los testimonios se asustaron al verlo. Un cliente de un establecimiento llamó a los servicios de emergencias. Llegaron una ambulancia y una dotación de la Policía Municipal que colocó un cono para señalizar el alcorque hasta que una brigada de operarios recolocase la pieza metálica. La ambulancia llevó al herido a un centro médico.
Hace un mes, un joven trastabilló en el mismo sitio. Se quedó hincado de rodillas durante unos segundos.
