En Europa ya era una serie de culto pero en Estados Unidos relativamente poca gente veía “The Wire (Bajo escucha)” cuando Barack Obama, que todavía no era presidente, declaró que se trataba de su serie favorita y la puso en el punto de mira. Obama añadió que su personaje preferido era el pistolero Omar, famoso por silbar canciones antes de cometer sus asesinatos. Curiosamente, el actor que le interpretaba, Michael K. Williams, no sabía silbar y tuvieron que doblarle.
La serie, creada por el periodista David Simon y el expolicía Ed Burns -que compartieron tarea de guionistas con Richard Price y Dennis Lehane, entre otros-, destacaba por su realismo. Ambos volcaron sus propias experiencias en los guiones e inventaron personajes que se basaban en personas a las que habían conocido. Además, la mayor parte del reparto estaba formada por no profesionales, la mitad de los cuales eran policías en la vida real y la otra mitad eran expresidiarios que, en su día, habían sido detenidos por esos mismos policías. Vamos, que el plató era un polvorín.
Melvin Williams, por ejemplo, se incorporó a la serie tras pasar 34 años en la cárcel por narcotráfico. El policía que le arrestó fue Ed Burns.
Dominic West, Lance Reddick, Idris Elba, Amy Ryan o Tom McCarthy sí eran profesionales. El primero también dirigió un episodio -otros directrores fueron Agnieszka Holland, Brad Anderson o Peter Medak- aunque su mayor reto fue ocultar su acento británico y aprenderse el argot. Los personajes hablaban un inglés “tan raro” que en el Reino Unido llegaron a plantearse subtitular la serie.
La única escena que no tuvo problemas de traducción, si acaso de censura en algún país, fue aquella en la que todo el diálogo consiste en la palabra “fuck” (joder), que se repetía 37 veces. Los actores no pronunciaban ningún otro vocablo.
Entre las curiosidades de la serie, tal vez la más sorprendente es la de los velatorios. Los actores Robert F. Colesberry y Richard DeAngelis murieron durante el rodaje, ambos por problemas cardíacos. Sus velatorios, a los que asistió todo el equipo, fueron filmados y se incluyeron fragmentos en distintos capítulos.
Otra anécdota que llama la atención es la del sofá, que de ser gratis pasó a incrementar el presupuesto en cinco mil dólares. Los responsables del atrezzo rescataron de la basura un viejo sofá naranja destartalado, que se utilizó en algunos capítulos. Luego, alguien lo volvió a tirar, creyendo por error que ya no lo iban a usar más. Así que, cuando lo volvieron a necesitar, tuvieron que encargar una réplica, envejecerla y romperla. Dado que la tela de tapicería sólo la encontraron en Londres, al final todo el proceso acabó costando la friolera de cinco mil dólares.
No podemos acabar sin citar la banda sonora. Todos los capítulos se abrían con el mismo tema de Tom Waits, “Way down in the hole”, si bien en cada una de las cinco temporadas se oía una versión diferente. La original de Waits era la de la segunda. El músico cedió la canción con la condición de poder ser el primero en ver la serie.w