A una de sus dos hijastras le tocó los pechos cuando la niña dormía. Ella contaba 10 años. Llegó a lamérselos, y le toqueteó los genitales por encima de la ropa cuando la pequeña tenía entre 10 y 11 años. A la otra muchacha, ya mayor de edad, la fotografió luego de bajarle el sujetador del bikini, y guardó la foto en su ordenador. Esa segunda víctima de los abusos padeció una anorexia porque, a causa de lo vivido, se le agravó la sintomatología nerviosa que ya sufría. Todo eso considera probado la sentencia que ha condenado al acusado, al padrastro, a una pena de dos años y medio de prisión por un delito de abuso sexual y a una multa de 3.780 euros por otro.
El procesado mantenía una relación sentimental con la madre de las víctimas, que eran fruto de un anterior matrimonio de la mujer. Una hija nació en el mes de febrero de 1995. La otra, en noviembre de 1988. La pareja fue pareja, con convivencia, durante nueve años, según contó el fiscal.
Entre el 2005 y el 2010 se sucedieron los manoseos y demás desmanes. La resolución, de la Audiencia Provincial, relata que el acusado "tocó de forma reiterada los pechos" a la niña, "aprovechando siempre ocasiones en las que la menor se encontraba dormida", y refiere un tocamiento cuando ella tenía 10 años. Después, otro día, se reprodujeron los manoseos, y los lameteos, y hubo un chupetón que la chica notó. "En otra ocasión le tocó los pechos por encima de la ropa mientras estaba dormida en el sofá, y la zona genital por encima de la ropa", reitera la sentencia.
En el 2010, al menos el 5 de junio, se acercó a la otra hermana, también dormida, y le bajó con una mano el sujetador del bikini, "y le tomó dos fotografías". Una plasmaba la acción de bajarle la prenda y en otra se veían los pechos ya desnudos. Esa imagen la guardó en una carpeta oculta en su ordenador "para su uso exclusivo y personal", señala el tribunal.
Dos juzgados de Terrassa dictaron sendas medidas cautelares: sendas órdenes de alejamiento y prohibición de comunicación. El imputado no podía acercarse a menos de quinientos metros de las víctimas. ni hablar con ellas.
Las menores declararon en el juicio protegidas por una mampara para evitar la confrontación visual con el acusado, con el que había sido su "padre de crianza", como señala el tribunal.
¿Qué dijo él? Reconoció haber tomado las fotos, pero aseguró que lo hizo de acuerdo con la madre "y para mostrarle lo delgada que se estaba quedando (una de las chicas, la mayor), ya que tenía anorexia". Pero la madre y la afectada afirmaron desconocer la existencia de tales fotos, ya que la joven las descubrió "el mismo día que tenía que venir el acusado al domicilio familiar para retirar sus enseres con la policía, por orden del juzgado", señala la sentencia. Dijo la chica que descubrió las imágenes casualmente, "ya que intentaba borrar del ordenador fotos familiares o cosas suyas"; e intentaba ese borrado para tomar distancia con el procesado, dado que ya se había interpuesto la primera denuncia por el caso de su hermana, que le había había contado lo suyo a ella misma cuando la tensión era insostenible. Ella usaba el mismo equipo informático para realizar algunos trabajos. El hallazgo de las fotos provocó la segunda denuncia ante la policía.
Ese mismo día, el acusado entró a hurtadillas en la casa. Aprovechó que su expareja se había ausentado para llevar a su hija pequeña al cole. Él aún tenía las llaves. Entró, pues, y agarró el otro ordenador, el principal, y se lo llevó. Cuando el juzgado se lo requirió para que unos técnicos examinasen su interior, no encontraron nada. Su contenido "queda en la incógnita", dice el tribunal.
Lo encontrado en la otra computadora sí pudo ser evaluado. "Los archivos interceptados ponen de manifiesto la concurrencia de los requisitos del tipo penal", sostienen los juzgadores. El tribunal entiende que "el hecho del acercamiento, el agarrar la parte superior del bikini para descubrir los pechos, constituye un atentado a la indemnidad sexual". La chica no pudo controlar la exhibición de su cuerpo ni se dejó tocar por su padrastro.
¿Tomó las fotos para demostrarle su anorexia? No, dicen los magistrados, pues las imágenes desmienten los síntomas y la enfermedad se le diagnosticó a la joven después. "En cualquier caso no hubiera sido excusa alguna para realizar la acción", agrega el tribunal, antes de subrayar que "el almacenaje posterior de las fotografías en archivo oculto apoya la tesis de que lo hizo sin consentimiento y lo guardó para su propio uso".
En ese caso, pues, hubo abusos a la joven, aunque fuese mayor, por su falta de consentimiento, por el aprovechamiento de que dormía.
¿Y en el otro caso, el de la niña? La sentencia declara probado también el delito continuado de abuso sexual, cometido entre el 2005 y el 2012 en varios episodios "de los que se han identificado tres, en los que la menor tenía menos de 13 años". La joven siempre dio la misma versión de los hechos durante el proceso: dijo que colocaba objetos detrás de la puerta para enterarse de cuándo entraba su padrastro. Y un amigo declaró que conocía los hechos, que ella le había explicado, y que la menor lloraba mucho "y no sabía qué hacer".
El miedo de que le pasase lo mismo a otra hermana, la tercera, la pequeña de las tres, "la empujó también a hablar", manifiesta el tribunal. Una agente de los Mossos d’Esquadra dejó constancia de los sentimientos de vergüenza de la joven, de su ansiedad, de su llanto y del miedo a que no la creyesen. Y un forense dijo que el relato de la muchacha tenía coherencia y guardaba consistencia interna.
El acusado es considerado culpable de un delito de abuso sexual continuado a menor de 13 años, y por ello la sentencia le impone dos años y seis meses de prisión; y de un delito de abuso sexual (la segunda víctima tenía más de 13), por el que el castigo es de veintiún meses de multa con cuota diaria de seis euros. En ambos casos estima el agravante de parentesco. El hombre no podrá acercarse a menos de mil metros de las chicas durante un periodo superior en tres años al de la pena de prisión impuesta.
INDEMNIZACIÓN
14.000 euros
La sentencia condena al procesado a pagar 8.000 euros a la joven mayor de edad para resarcirla de la ansiedad que la llevó a una anorexia nerviosa que desembocó en una declaración de incapacidad. Y debe abonar 6.000 a la menor por el "sufrimiento moral"