Albert Puig cumplirá en Río de Janeiro uno de esos sueños que se fabrican a primera hora de la mañana, mientras en la piscina consume cientos de metros de esfuerzo y trabajo. Durante años ha ido diciendo que su ambición era ser olímpico. Y la oportunidad se le ha presentado en 2016, con dos Mundiales y dos Europeos en su historial, como componente del relevo español de 4×200 metros libre. Perdió la ocasión de acudir a nivel individual pero se agarró con fuerza a ese último tren. La semana pasada se proclamó campeón de España en 200 libre, confirmando que llega en un momento óptimo de preparación y adaptando sus horarios de entrenamiento a los que tendrá de competición en la cita olímpica. El día 9 de agosto saltará al agua con el propósito de hacer historia.
¿Cómo llega a los Juegos Olímpicos?
Pienso que bien en el aspecto físico y con ilusión y ganas de hacerlo bien con el relevo español.
¿Está nervioso, excitado, expectante?
La gente me pregunta si estoy nervioso y les digo que de momento no. Eso de los nervios lo dejé aparcado después del Open de España, donde no pude conseguir la mínima individual. Después competí en el Europeo de Londres sin esos nervios que me habían perjudicado. Ahora lo que puedo decir es que estoy muy ilusionado con la posibilidad de nadar en unos Juegos.
¿Qué se imagina en relación a esos Juegos Olímpicos?
Imagino las gradas de la piscina llenas, porque estamos hablando de uno de los deportes más importantes del programa olímpico, nadar con los mejores, al lado de equipos como Estados Unidos, Gran Bretaña o Australia. Y disfrutar del momento. Es la primera vez que estoy en unos Juegos Olímpicos, aunque espero que no sean los últimos y pueda estar en Tokio, y me llama la atención ver también otros deportes, convivir con los mejores deportistas. Estar allí significa que nos lo hemos ganado y es el momento de darlo todo.
Le he oído decir muchas veces que acudir a los Juegos Olímpicos era su sueño.
Es el sueño de cualquier deportista. Y el mío se ha cumplido, no se puede pedir más. Soy novato, pero no voy a ir sólo a tomar apuntes. Me gustaría luchar por entrar en la final, eso significaría ganar un diploma olímpico y no todo el mundo puede decir que lo tiene.
Me habla de Tokio en clave de futuro e imagino que el propósito es nadar de forma individual en esa oportunidad.
Yo luché por conseguir este año la mínima y no pudo ser por los nervios. Pero espero hacerlo mejor en el futuro y conseguir la plaza en Tokio.
¿La espera final en relación a si estaría en la lista le angustió mucho?
Las plazas para el relevo estaban disputadas. Y durante toda la temporada he intentado hacerlo lo mejor posible para que el seleccionador viese que estaba ahí. Me dije que quería estar en ese relevo porque participé en su clasificación para los Juegos. Antes del Europeo le dije al seleccionador que podìa rendir mucho más si sabía que iba a ir a los Juegos Olímpicos. Y fue entonces cuando me dijo que si iba a correr más ya me lo adelantaba.
¿Qué pensó?
En todo el sacrificio de mi carrera, en las lesiones, en el esfuerzo de combinar estudios y natación.
¿A quién se lo dijo primero?
A mi novia, Carla Campo, y después a mis padres y a mi entrenador. Pero con la prudencia de que no era oficial todavía.
¿Una de las claves de que acuda a los Juegos es el trabajo que ha realizado con su entrenador en el CN Terrassa, Miguel Vázquez?
Seguro. Antes de que él viniese me había planteado ir a Estados Unidos pero decidí quedarme porque había oído hablar muy bien de él.
¿No tener plaza en una prueba individual ha supuesto una frustración?
Eso está ya olvidado. Lo di todo, no salió y me tomo el relevo como un reto individual en el que los cuatro vamos a luchar por el mismo objetivo.
Usted empezó a nadar a los seis años. Y ha recorrido un largo camino hasta llegar a este punto culminante.
De niño veía los Juegos en la televisión, no te dabas cuenta de lo que significaban. Y conforme iban pasando los años sabías que eso era lo máximo. Me quedé a un segundo y medio de ir a Londres y entonces me dije porqué no llegar a Río.
El camino es complicado. La natación tiene un grado de exigencia muy elevado.
Estar en el club significa levantarte a las cinco de la mañana para estar en el agua a las seis. A las 8 estás en clase, yo estudio en Barcelona, luego vuelves, y entrenas de 4 a 6. Y a partir de entonces o descansas o desconectas. Depende del día. No tienes una vida social muy rica. En todo caso, yo no lo cambio por nada. Estoy muy contento con mi camino. Igual el año que viene me lo tomo con más tranquilidad, porque quiero acabar la carrera. No dejará de nadar, pero es el momento de desconectar un poco y si no salen los resultados no pasa nada.
En un centro como el CAR, por ejemplo, sería más sencillo compaginarlo todo.
Me gusta estar aquí con la gente del club y pasarlo bien. Cuando pensé en marcharme a Estados Unidos era porque entendía que un cambo me iba a ir bien. Lo tenía todo a punto, hasta que supe que venía Miguel Vázquez. Y cambié los planes.
¿Va siguiendo las noticias que llegan de Río? ¿Ha visto las instalaciones?
La piscina es espectacular. Parece un auténtico estadio. Será un placer competir en ese escenario. Del resto voy siguiendo las noticias. ¿El zika? La verdad es que ni pienso. En Brasil viven millones de personas y no se están muriendo del zika.