Se meten en las casas de noche. Un vecino se encontró una en la cocina. A otro, a Raúl Cerezo, se le cruzó una araña gigantesca cuando veía la tele. Laura García dice haber padecido ansiedad en la madrugada por culpa de la plaga de arañas que este verano invade parte de Can Roca y que ha motivado que el vecindario afectado, sobre todo residente en la calle de Pere Prat, haya iniciado una recogida de firmas para reclamar una solución. Y la solución parece pasar por erradicar el foco de la plaga con una actuación de limpieza profunda del solar donde tienen su morada los arácnidos, de una especie, la Hogna radiata, emparentada con las tarántulas y a veces llamada araña-lobo y falsa tarántula.
El solar, en la intersección de la calle de Pere Prat con la avenida del Estatut, está vallado pero repleto de matorral. A pocos metros del solar, de titularidad privada, están los bloques de pisos afectados por la proliferación de arañas que abandonan su hábitat en la finca descubierta para merodear junto a farolas en busca de insectos con que alimentarse. Y muchas acaban en el interior de los edificios. Anna Demestre, una de las vecinas impulsoras de la recogida de firmas, destaca, como Laura García, como Úrsula Sánchez, la preocupación de los afectados por sus hijos, por los niños. “Mi hija pequeña cuenta 16 meses y no tengo por qué vivir con desasosiego”, clama Anna. Úrsula tiene un hijo alérgico a las picaduras. No quiere ni pensar en la posibilidad de que una araña lo ataque.
“Mantenemos las ventanas cerradas y no podemos ni disponer de las terrazas. Yo incluso he pedido un presupuesto para instalar mosquiteras. La cantidad presupuestada es de mil euros”, añade Anna antes de dejar claro que el problema no es privado, de las comunidades perjudicadas, “sino exterior, de vía pública”, para solicitar una actuación de las administraciones. “Nunca había sufrido una fobia como la que sufro actualmente. El miércoles hice una limpieza a fondo de la casa, registrando todos los rincones. Si camino por el piso cuando anochece me alumbro con linterna. No estamos hablando de arañitas”, explica Laura García. Su vecina Úrsula ha llegado a levantarse de la cama de madrugada para inspeccionar la casa con congoja.
Un solar abandonado
No menos de once comunidades son las damnificadas por la invasión de arañas. El vecindario ha informado a la asociación de vecinos de Can Roca, pues considera que el problema “es de barrio”, y la entidad preguntó al Consistorio por las acciones que éste podía emprender. Un solar, campo raso, es el ámbito ideal de vida de estos animales porque ahí tienen de qué nutrirse y pueden refugiarse donde suelen, bajo piedras y en agujeros.
El 7 de julio una vecina dio el primer paso y comunicó el hallazgo de las arañas al área de Medio Ambiente del Ayuntamiento, que incluye el servicio de Protección de la Salud. El 11 de julio, el departamento de Medio Ambiente respondió a la reclamante después de realizar una consulta a técnicos de fauna de la Generalitat, que minimizaron el peligro de los artrópodos localizados en Can Roca. En busca de información el mismo departamento municipal llegó a contactar con un especialista en invertebrados, y éste determinó, según los vecinos, que los ejemplares detectados en el barrio eran “arañas-lobo”, de la familia de las tarántulas, unas arañas de gran tamaño, de las de mayores dimensiones por estos contornos, pero en ningún caso una especie exótica. La Hogna radiata, araña licósida con cuerpo de color parduzco, puede medir hasta veinticinco milímetros, las hembras, y hasta dieciocho, los machos. Tiene una vida de un año y los ejemplares adultos se dejan ver en verano y otoño. De día se ocultan bajo las piedras y por las noches salen de su escondrijo en busca de alimento. Su comida preferente son insectos vivos, aunque estas arañas-lobo radiadas (también llamadas tarántulas europeas) también se nutren de carroña.
Como la picadura de una abeja
Esos depredadores incuban sus huevos al aire libre con ayuda del sol, por regla general en la base de una piedra o en un hueco al aire libre, por lo que no crían en espacios cerrados pero sí pueden hacerlo en jardines. La madre siempre carga con sus crías, que pueden ser cientos aunque la gran mayoría de arañas muere al poco de de nacer .
Sí, pican, si bien son de natural asustadizo. Atacan si se sienten en peligro, atacadas a su vez. Según la información transmitida al vecindario, la afectación de una picadura de Hogna radiata puede ser semejante a la de una abeja.
“Exigimos al Ayuntamiento que haga lo necesario para erradicar este foco de arañas en el barrio”, se puede leer en el encabezamiento de los documentos de recogida de firmas. Los vecinos dicen estar “alarmados y preocupados” por su salud, sobre todo por la de los niños del barrio.