Todas las personas mayores de 65 años deben extremar las precauciones para poder disfrutar de manera saludable las vacaciones de verano. Planificar con antelación y no romper la rutina de manera excesiva son las principales claves para que los séniors viajen sin contratiempos de salud o de ánimo.
"Lo habitual con los años es que se tengan más necesidades de cuidados o que se padezcan enfermedades crónicas. Es importante planificar con tiempo los viajes. También son aspectos relevantes el conocer el camino de llegada al destino, las condiciones del mismo y la documentación necesaria. Sobre todo, para que las personas mayores se adapten bien al cambio que suponen los viajes es esencial informarse bien y planear con detalle las vacaciones para detectar riesgos y prevenir los problemas más habituales", afirma el doctor David Curto, jefe de Gestión Asistencial de Sanitas Mayores.
Entre los principales riesgos que asumen los mayores en vacaciones se encuentran el romper con la rutina de manera drástica y no tomar conciencia de las condiciones del destino, en cuanto a clima y orografía. "La capacidad de adaptación de los mayores es más lenta y difícil, por lo que hay que evitar excesos e intentar que la ruptura con la rutina no supongo un impacto tal que pueda suponer un desgaste físico. Por ejemplo, una persona no acostumbrada a caminar, no debería estar todo el día de turismo sin descansar", explica el doctor David Curto.
Mantener activa la mente
Si se previenen estas posibilidades, los beneficios de viajar son muchos. Entre ellos la mejora en la socialización, el aprendizaje de nuevos datos que mantiene activa su mente, así como la la generación de estímulos cognitivos positivos a nivel mental.
A la hora de planificar el viaje
Los especialistas de Sanitas Mayores aconsejan seguir los siguientes consejos a la hora de viajar:
Practicar la movilidad en el desplazamiento con independencia del medio de transporte. Si el viaje es de más de dos horas es importante hacer algunas paradas en el camino y de manera regular, mover los pies, brazos y cuello para evitar la aparición de coágulos o contracturas.
Intentar reproducir en la medida de lo posible las rutinas horarias habituales. Si está previsto un desfase horario pronunciado es conveniente que la adaptación se lleve a cabo de manera paulatina.
El cambio de alimentación y el disfrute de nuevas gastronomías es beneficioso siempre que se haga con moderación. Asimismo las personas con una dieta pautada tendrán que seguir con la prescripción de su especialista.
La elección de la ropa se hará en función del clima y se dará preferencia a ropa cómoda y amplia.
La documentación sanitaria y la medicación no deben faltar en el equipaje. Si se sigue un tratamiento de larga duración hay que llevar la cantidad suficiente para los días de viaje. En caso de cruzar fronteras, llevar un informe del médico habitual traducido al inglés.