La proeza de las mujeres de Terrassa enfrentándose y venciendo a un grupo de bandoleros que asaltaban la ciudad, el 20 de junio de 1558, fue recreada por primera vez el sábado por la tarde, por la colla de "trabucaires" Bandolers de Terrassa, en los mismos lugares en los que sucedió. El suceso, histórico, real, nos es conocido porque consta en los "Dietaris de la Generalitat de Catalunya" (entonces llamada Diputació del General), las anotaciones que los cronistas oficiales del Palau de la Generalitat escribieron entre 1411 y 1713; y que constituyen un caso excepcional de realización y conservación de una crónica tan antigua y continuada.
Los hombres, en "Barchinona"
El 20 de junio de 1558 era miércoles, y la Diputació del General se encontraba en Terrassa, refugiada de la epidemia de peste que asolaba Barcelona. "De matí, vingué nova delc baró de la Lacuna, loctinent de capità general, y manament del spectacle governador, que tota la gent de la present vila y terme de Tarrassa anàs a la volta de Barchinona per socórrer aquella, perquè de Roses y Blanes aviend vista la hermada del turch y tenien per cert venie a la volta de Barchinona", escribió el cronista hace 458 años. Esto es, que venían los piratas turcos, y el gobierno llamó a los terrasseses a marchar a Barcelona a defenderla. "Y en la hora tarda, aprés dinar, totom anà a la volta de Orta." "Terrassa fue de los lugares donde el reclutamiento de sus habitantes resultó masivo", afirma en el programa de esta recreación de "les heroiques dones de Terrassa" el historiador local Joaquim Verdaguer, que el día antes, como prólogo del evento, había impartido en la Casa Soler i Palet la conferencia "Terrassa i els bandolers".
"Duas o tres horas aprés se’n fonch anat totom, vingueren molts bandolers en dita vila y volien entrar per forsa." Efectivamente, el sábado, a las 7.30 de la tarde, se escucharon disparos procedentes de la calle del Portal Nou, al fondo. Inmediatamente se atisbaron sombreros de ala ancha, capas largas, trabucos. Era un grupo de una docena bandoleros, llegando por donde estuvo uno de los portales de entrada en Terrassa. Venían a saquear a mansalva aprovechando que la villa se había quedado sin hombres, y por tanto, indefensa; o eso creían.
"Y les dones meteren ‘Via fora’, y moltes prengueren lanses y altres bastons, y tancaren los portals, y algus capellans y alguna altra gent balleste", escribó el cronista. Y así volvió a suceder el sábado. En la calle de l’Església salió al encuentro de los bandoleros un grupo de una veintena de terrassenses, en su mayor parte mujeres, también algunos niños y un capellán. El paso de éste, por cierto, coincidió con la salida de la parroquia del rector del Sant Esperit, Fidel Catalán. Ambos se conocían y el sacerdote de ficción y el real se saludaron efusivamente.
Cogidos por sorpresa
Armadas con horcas, palos y utensilios del campo, las valientes mujeres saltaron sobre los bandoleros, que, tomados por sorpresa, apenas se resistieron. Tres mujeres acorralaron a un bandido con un gran parecido con el concejal Amadeu Aguado frente al número diecisiete de la calle de l’Església. Otras les quitaban los trabucos. El capellán se sacó un pistolón que amedrentó lo suyo a los bandoleros.
Así las cosas, no tardaron los defensores de Terrassa en cantar victoria. "Ja son nostres!", gritó alto Nuri Escudé. Con los trabucos que les habían quitado, las mujeres apuntaban a los bandoleros, impotentes. El capellán sacó una gruesa cuerda y los ató a todos a un carro de labranza, y en marcha hacia la plaza de la Torre del Palau, donde estaba por ver lo que pasaría con los bandoleros ahora prisioneros.
"Malparits!", les gritaba una mujer. Otra, inmisericorde, les conminaba a caminar más deprisa dándoles culatazos con el trabuco y empujones, sin miramientos. Detrás de la comitiva iba un trío de músicos, dando la banda sonora.
Con dirección a la calle Cremat, atravesaron la Plaça Vella, a esa hora con mucha gente, y algunas bestias ya plantadas para el correfoc del Drac de Terrassa, previsto para la noche. Un paseíllo de público escarnio, vaya. "!Tenemos hambre!", clamó algún bandolero, sin que las mujeres se inmutaran.
Llegados a la plaza de la Torre del Palau, los bandoleros presos no fueron encerrados en una jaula, ni juzgados ni ajusticiados, ni las mujeres se divirtieron haciendo con ellos lo que quisieran, como algunos esperábamos, porque en el siglo XVI las cosas eran así de bestias.
"Y los senyors deputats y officials eren anats a passajar a la Font Vella; y, venint, tot ho mitigeren", dice la crónica. "La resistencia de las corajudas mujeres terrassenses aguantó hasta rechazar a los atacantes y el regreso de la gente de armas que habían ido a la defensa de Barcelona, que con su presencia mitigaron el peligro", explica mejor el historiador Joaquin Verdaguer.
El próximo año, de nuevo
En este caso, los mujeres, los niños y el capellán alzaron las horcas y dieron gritos de victoria. Después, los trabucos se dispararon por doce veces. Aplausos y llega el grupo de músicos, y Bandolers de Terrassa plantó, ante la Torre del Palau, una serie de estacas, que encendían, y la escalera colocaron velas con vasos, que también encendían. Era el ambiente de la taberna medieval que estaría allí abierta hasta las diez de la noche, como fin de fiesta
"La experiencia ha sido positiva en todos los sentidos", señaló a este diario Antonio Sánchez Medina, presidente de Bandolers de Terrassa. "De entrada, esperamos repetirla el próximo por estas fechas".