Por segunda vez en tres meses, los detectores LIGO (en Estados Unidos) han detectado ondas gravitatorias, provenientes de la fusión de dos agujeros negros. Estos exóticos objetos astronómicos, en un acelerado baile, rotando el uno alrededor del otro a un ritmo de unas 55 vueltas por segundo, se han fusionado en un agujero negro final de 21 masas solares. En este proceso han emitido una enorme cantidad de energía. En un solo segundo han emitido tanta energía como si toda la masa del Sol se transformase en energía en esa fracción de tiempo o, lo que es equivalente, la energía que emiten todas las estrellas del universo en ese segundo.
Las ondas gravitatorias fueron predichas por Albert Einstein en 1916 y detectadas por primera vez hace pocos meses. Son ondas que deforman el espacio y el tiempo. Para poder hacer esto se requiere una energía que sólo los más exóticos objetos del universo pueden provocarla. Eso, o el propio Big Bang. Pero, cuando llegan a nuestros detectores de la Tierra (a 1.400 millones de años luz en este caso), llegan tan debilitadas que es extremadamente difícil detectarlas. La medida necesaria, la medida que se ha realizado, es equivalente a medir la distancia entre la Tierra y el Sol con una precision de unos pocos átomos.
Cuando las ondas gravitatorias atraviesan la Tierra, a sus detectores, a ti y a mí, dilatan y contraen las distancias entre los átomos. Estas oscilaciones están relacionadas con el movimiento de los dos agujeros negros antes de fusionarse. De la intensidad de las oscilaciones, su frecuencia y su evolución, se puede extraer mucha información del evento.
En septiembre de 2015 se detectaron las primeras ondas gravitatorias. Fueron creadas por la fusión de dos agujeros negros, dando lugar a un agujero negro final de 62 veces la masa del Sol. En diciembre de 2015 fue detectado otro evento similar. En este caso el agujero negro final es de "tan sólo" 21 veces la masa del Sol. Al tratarse de agujeros negros menores, el proceso ha sido un poco más lento y se tienen medidas que duran casi un segundo.
El anuncio de la primera detección fue el punto de partida de la astronomía de ondas gravitatorias. Hasta entonces, toda la información del universo nos llegaba por ondas electromagnéticas: la luz. Ahora disponemos de otra fuente de información, otra manera de escudriñar el cosmos. Esta nueva ventana puede llegar allí donde no llega la luz. Con las ondas gravitatorias podemos observar agujeros negros, y quizás podamos llegar a observar el Big Bang.
Esta nueva detección, la segunda en tres meses, nos empieza a indicar qué cantidad de estos fenómenos se dan en el universo, y nos ayudará a determinar la densidad de agujeros negros que hay en el universo. Esto es importante para los modelos de evolución galáctica y ampliar nuestro conocimiento de la historia del universo.
No ajenos al enorme interés de la sociedad catalana por la ciencia en general y la cosmología en particular, la Associació Planeta da Vinci ha organizado ya nueve Jornadas de Divulgación de la Relatividad en Terrassa y, junto a la agencia Yecora, está preparando una jornada de relatividad en Figueres para el próximo 29 de octubre. En esta jornada, entre otros temas, se abordará el de las ondas gravitatorias, con todas las novedades que surjan hasta la fecha, de la mano de un científico experto en el campo.