Más de seiscientas personas compartieron el viernes por la noche una velada poética y musical maravillosa. Fue a propuesta del Festival Elixir que, dirigido por la actriz Rosa Boladeras, superó en esta cuarta edición, titulada “La Ràtzia”, toda expectativa. “Impresionante”, “brutal”, “fantástico”, “sugerente”, “será difícil de superar lo vivido” son algunos de los comentarios que los asistentes colgaron en el Facebook del Elixir y manifestaron durante y al término del espectáculo literario.
El punto de encuentro, como es habitual, tuvo lugar en el Teatre Principal y allí el festival nos deparó la primera gran sorpresa de la noche. Tras guardar cinco minutos de silencio por los genocidios que se cometen en el mundo, se apagaron las luces y apareció Sílvia Pérez Cruz cantando su versión sobre el poema musicalizado por Lluís Llach “Corrandes d’ exili”, de Pere Quart.
Pérez Cruz interpretó los versos que hablan de abandonar el país de origen de modo forzoso con mucho sentimiento, con la voz entrecortada, como un lamento. La cantante, que dijo estar muy contenta de estar en Terrassa, no acudió sola. Al cabo de unos minutos entró el reconocido músico Toti Soler, con su guitarra, con lo que la sorpresa fue doble y mayúscula.
La actuación prosiguió con más versos de Josep Maria de Sagarra; Ovidi Montllor, Joan Vergés, Marià Manent para finalizar con la readaptación de Raimon sobre el bello poema “He mirat aquesta terra”, de Salvador Espriu. Explosión de entusiasmo. El público se levantó de forma espontánea y dedicó largos e intensos aplausos a una actuación que conquistó el alma.
El Elixir empezó con el listón alto por lo que muchos espectadores pensaron que lo que aguardaba después -la ruta secreta poética en la calle- sería difícil de superar. Nada más lejos. Salimos del teatro y vimos como los poetas invitados, Mohamad Bitari, Teresa Colom, Dani Orviz y Maria Sevilla, y también el público infantil, se subían a un coche tirado por caballos para llegar a su destino. Los demás -los centenares de personas- seguimos las indicaciones de la organización y llegamos hasta la plaza de la Quadra de Vallparadís -allí la poeta Irene Parrita nos obsequió con dos poesías- y después nos adentramos en el parque, hacia el Torrent de les Bruixes.
Bosque de ensueño
Nueva sorpresa. La zona boscosa se había transformado en un espacio de ensueño, gracias a una escenografía compuesta por una serie de iglúes de colores situados, estratégicamente, en el camino a recorrer que culminaba hacia un escenario final preparado para alojar el concierto de la The Soul Beams. En medio del trayecto carpas y puestos con otras actividades para el deleite gastronómico (de la mano de Casanovas Cansaladers), lecturas (librería Synia) y performances.
“Vísteme despacio que tengo prisa”, reza el dicho. Lo tomamos como propio. Distribuidos en grupos, más reducidos, fuimos a la búsqueda de cada iglú para escuchar los versos y hacer volar la imaginación mientras de lejos se oía el saxo de Gim Garcia Balasch.
Nos removió sobremanera la poesía radical de la punkie Maria Sevilla, quien describió con un hiperrealismo contundente historias sórdidas del Raval de Barcelona; nos sonreímos y reímos con Dani Orviz, a quien apreciamos ocurrente y surrealista para describir e interpretar la vida cotidiana; nos reconocimos en la lírica delicada y tierna de Teresa Colom sobre las ausencias presentes; y nos conmovimos con los versos del poeta sirio Mohamad Bitari, interpretados en catalán también por la actriz Rosa Cadafalch, sobre la dura travesía que deben hacer los refugiados por la guerra de Siria y tantos miles de personas obligadas a emigrar para sobrevivir. Mohamad/Cadafalch nos golpearon el corazón, de modo especial, con una poesía del sirio Talal Bu Khadra acogido en Turquía, que contaba el horror de la contienda bélica y el tortuoso viaje que deben emprender sus compatriotas y que él mismo experimentó en propia carne.
La ruta poética, de noche, fue mágica. Se abrió con “Corrandes d’ exili” de Pere Quart, que escribió en la posguerra antes de iniciar un largo exilio para expresar la fallida esperanza de recuperar su país, Catalunya, y finalizó, para nuestro grupo con distintivo azul, con otro poema del autor sirio Talal Bu Khadra sobre la misma cuestión. A Pere Quart y Talal Bu Khadra les separan casi ocho décadas pero aquellas “corrandes” siguen siendo rabiosa actualidad. Cuando se declamaban los últimos versos, el iglú se desvaneció suavemente como si de golpe se hubiera levantado un poco de viento. Y en ese instante nos vino a la memoria los dos últimos versos de “Dona de primavera” de Joan Margarit, que dicen así: “…Jo em crec el que passa en la nit estrellada d’ un vers” (“Yo me creo lo que pasa en la noche estrellada de un verso”). Nosotros, “elixirianos” convencidos, también.