“Dansa Solidària” para el centro Fupar de atención a la discapacidad más que complaciente. El espectáculo de los alumnos de final de carrera del Institut del Teatre y de la compañía de danza de esta institución (IT Dansa), que tuvo lugar el sábado en el Centre Cultural, fue más que satisfactorio. Brilló en algunos solos y en las corales, especialmente en la obra final, “Minus 16”, del prestigioso coreógrafo Ohad Naharin, director de la americana Batsheva Dance Company y discípulo de Martha Graham.
El repertorio de los estudiantes de los conservatorios profesionales y superior de danza comprendió coreografías de estilos diversos (danza clásica, contemporánea, española y flamenco) bajo la dirección de Jordi Fàbrega y la producción de Marina Escoda (esta última había trabajado hace tiempo para Fupar). La recaudación de la taquilla, dos mil euros, se destinará ala creación de un espacio mutisensorial para las personas usuarias de Fupar con dificultades cognitivas.
El programa se abrió con un solo de breakdance, a cargo de Adriàn Vega, y prosiguió con la obra coral “Gesselhaft” en la que la formación ofreció una versión libre y contemporánea sobre el vals del popular y clásico “Danubio azul” de Johan Strauss. La interpretación, en la que hubo solos enlazados con duetos y tercetos, gustó por la combinación de movimientos, muy pausados y sensibles, de acuerdo con la música de Strauss. Esta coreografía abrió una tanda de solos encadenados. Llegó “Lua”, de danza española, a ritmo de castañuelas, que fue interpretado por Andrea Jiménez, y “Crescendo”, creado y bailado por Sergio Valverde con la música de “El Retiro”, de Manolo Carrasco. Siguieron con la misma estructura y algún dueto alumnos de la propia ITDansa: Mari Ishida, Rina Miakami, Rosa Schipperijn, Maria Maestre, Javier Ara y Jesús Benzal. Tras el lucimiento más personalizado llegaron dos obras corales. La primera, “La Taca”, coreografiada por José Maria Maldonado con una formación de jóvenes que estudian danza española.
Broche final
Fue una obra en la que el conjunto de bailarines demostró un dominio claro del ritmo del cuerpo al compás de la música del zapateao. No defraudó porque, además, habíamos tenido la oportunidad de ver un anticipo en el vestíbulo del Centre Cultural antes de pasar al Auditorio y fue muy aplaudido. La segunda obra coral, que cerró el espectáculo, fue “Minus 16”, de Ohad Naharin, a cargo de los jóvenes de IT Dansa. Se trata de una coreografía para conjunto en la que Naharin da rienda suelta al bailarín para que exprese su estado de ánimo a través del movimiento. Transcurre a una velocidad y con una fuerza impresionante. No hay respiro. Sólo al final, cuando los bailarines bajan a platea, invitan al público a subir al escenario y bailan con ellos. Es por ello que “Minus 16” se renueva cada vez que se interpreta y hace que sea especial. El espectáculo gustó y se apreciaron jóvenes promesas.