El drama de los desahucios, de las familias que se quedan sin techo -el pan nuestro de cada día durante los años de crisis- es una lacra que no afecta sólo a los grandes municipios, como demuestra el caso de Vacarisses (6.200 habitantes). La crisis ha dejado en la localidad al menos 130 casas vacías después de que las familias que las habitaban fuesen desahuciadas al no poder hacer frente a la hipoteca y las viviendas pasasen, por tanto, a manos de los bancos. De esa cifra, en la actualidad hay sobre una treintena que están ocupadas.
Los datos los proporciona el Ayuntamiento de Vacarisses, que se queja de que ha intentado -y sigue haciéndolo- negociar con los bancos para que pongan esas viviendas en alquiler social (los Servicios Sociales municipales cuentan con una bolsa de una decena de familias con estrecheces económicas que necesitan acceder a un alquiler social). ¿Los resultados? “Cero. Se cierran en banda”, critica el alcalde, Toni Masana, quien apunta que sobre el 35% de las viviendas vacías en el municipio están en manos del BBVA. “Los bancos -reflexiona Masana- han causado el problema echando a la gente de sus casas y ahora la administración tiene que actuar para solucionarlo. Es entonces cuando llamamos a los bancos para dialogar y se vuelven a convertir en el problema porque se cierran en banda”.
Vienen de fuera
La tipología de personas que “okupan” esa treintena de casas (la cifra había llegado a 40 un tiempo atrás) responde principalmente a familias a las que les mueve una “necesidad habitacional”, esto es, un techo bajo el que vivir. Pero también hay “gente joven que ocupa casas porque quiere emanciparse, pero que no tiene un problema realmente económico ni les mueve una ideología ‘okupa’ como tradicionalmente se entiende”, explican fuentes municipales. Y añaden: “Hay de todo, gente que realmente necesita la vivienda y otra que no”. Sobre el 90% de las personas que ocupan esos inmuebles no son del municipio, vienen de fuera.
Tanto las casas ocupadas como las que se encuentran vacías se reparten de forma dispar por las 18 urbanizaciones de Vacarisses. En el núcleo urbano sólo hay dos viviendas vacías y no están ocupadas, por lo que el problema afecta sólo a las urbanizaciones.
La inmensa mayoría de las 130 casas vacía del municipio eran de primera residencia y sus propietarios decidieron irse del municipio tras ser desahuciados. Sus moradores eran básicamente parejas (con o sin niños) de otras poblaciones (incluso de Barcelona) que llegaron a Vacarisses en pleno “boom” de la construcción y compraron a unos precios que hoy, pasada la locura del ladrillo, se asemejan desorbitados. A esas familias la crisis les pilló de lleno y se vieron, de la noche a la mañana, sin recursos para pagar la hipoteca.
También hubo algunos casos, los menos, en que las viviendas objeto de desahucios eran segundas residencias o habían servido como aval para comprar un inmueble (los padres que avalan con su propiedad al hijo).
Destrozadas
Muy probablemente, la treintena de casas “okupadas” son las que se encuentran en mejor estado de las 130 que hay vacías, ya que hay muchas que están “desmanteladas” y algunas a medio construir. “La gente, cuando los bancos la echó de su casa, se llevó todo lo que pudo. Y el resto lo hicieron los vándalos. Por eso, muchas de esas viviendas están destrozadas”, explican desde el Ayuntamiento.