Más de seiscientos alumnos de Terrassa (669 en concreto de 18 centros públicos y concertados) se han matriculado a las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU), más conocida como selectividad, que empezarán el próximo martes y durarán tres días, hasta el jueves. Los alumnos egarenses, la gran mayoría procedentes de bachillerato, irán de nuevo a las facultades del campus de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). En esta ocasión el motivo aducido es que las PAU pueden tener los días contados -desaparecen el próximo 2017 según la Lomce del gobierno del PP- por lo que la UAB ha preferido mantener su estructura de tribunales y no abrir de nuevos.
Las PAU comprenden una fase general con cinco pruebas (cuatro de ellas sobre materias comunes y una quinta optativa) y una específica de carácter voluntario que cuenta para subir nota. El primero de los tres días empezará, como es habitual, con los exámenes de lenguas y literatura castellana y catalana; y seguirán las optativas. El segundo día arrancará también con las asignaturas comunes de Historia o Historia de la Filosofia y Lengua extranjera y a continuación las de modalidad y el tercero, más optativas. Los resultados, a partir del 29 de junio por internet.
La nota de la selectividad computa un cuarenta por ciento y la media de bachillerato el otro sesenta por ciento. Las PAU tienen un peso menor pero no baladí porque todo suma y todo cuenta. No tanto para entrar en la universidad (con un 5 es suficiente) sino en la carrera deseada en primera opción. De ahí que muchos alumnos se matriculen también a la fase específica para subir nota.
Los jóvenes matriculados en las PAU hace días que hican los codos y repasan apuntes con el objetivo de sacar el mejor resultado posible. Lo hacen en su centro educativo, en casa y también en bibliotecas como la Central de Terrassa (BCT). Paula Ramiro, de 18 años, del Institut Montserrat Roig, cuenta que hace tres semanas que se prepara para la selectividad. “Dedico un promedio de siete horas al día. Lo que llevo peor son las matemáticas científicas y el inglés”.
A su lado Lara Zarco, también de 18 años, y alumna de la Escola Vedruna-Vall, queda sorprendida por el número de horas de estudio de Paula. “Yo me he puesto en serio esta semana, la última, y empleo sólo unas dos horas al día”, comenta Lara. Uno de los motivos de esta mayor o menor entrega estudiantil es la elección de estudios superiores. Paula quiere hacer el doble grado en Derecho y Administración y Dirección de Empresas (ADE) en la UAB mientras que Lara se ha decantado por el grado en Diseño, Moda y Estilismo en el IED de Barcelona. Paula ha mirado la nota de corte para su opción y en los últimos años viene superando el 8, mientras que Lara solo necesita un 5. “Es por ello que estoy mucho más relajada que otros compañeros en la misma situación”, comenta Lara.
Salir al extranjero
Estas alumnas han decidido continuar su formación cerca de casa pero también hay quien lo hará fuera. Es el caso de Laia Piñol, de 17 años y alumna del Institut Torre del Palau, que estudiará el grado de Biomedicina en Londres. ” Vengo a la BCT desde hace unos quince días y estudio casi todo el día. Realizaré la selectividad por si acaso algún día pero ahora no la necesito porque en la universidad inglesa donde voy a ir sólo piden la nota media de bachillerato. Tengo un notable alto (más de un 8) y con este resultado ya puedo entrar directamente”.
Los estudiantes que se citan en la BCT también opinaron a cerca de estas pruebas que llevan instauradas desde hace cuarenta años y que el próximo curso pueden suprimirse. Paula, del INS Montserrat Roig, dice que “tengo dudas porque lo veo un tanto competitivo. Igual podría resolverse con una prueba de acceso a la facultad donde uno/una aspira a cursar el grado”. Laia, del INS Torre del Palau, opina por igual. “Una prueba general para regular el acceso no está mal pero lo que es surrealista es que tengas que examinarte de materias que nada tienen que ver con lo qué quieres estudiar en el futuro”.
