Ayer publicábamos que el Ayuntamiento de Terrassa es el tercero más endeudado de Catalunya. Los titulares siempre generan inquietud, pero se trata de un hecho objetivo: tenemos una deuda de 180 millones de euros, que sitúa a la ciudad en la tercera posición del ranking de ciudades deudoras de Catalunya, por detrás de Barcelona y Reus. Cómo hay que leer ese dato: ¿es bueno o es malo? En realidad, una deuda nunca es buena, máxime si limita tu capacidad de endeudamiento para acometer proyectos tanto desde un punto de vista fáctico como legal, puesto que estamos en un 92 por ciento de deuda con respecto a los ingresos y ello nos somete a la tutela financiera de la Generalitat.
En todo caso, dada la situación, debemos fijarnos en la solvencia del Ayuntamiento para eliminar inquietudes y como ya hemos dicho en otras ocasiones, el Ayuntamiento de Terrassa no tiene problemas económicos, es solvente y disfruta de equilibrio en sus cuentas. En ese sentido, recordemos que las liquidaciones de los presupuestos de los últimos años han dado un superávit que ha permitido reducir notablemente la deuda financiera. Del presupuesto del 2015 sobraron 15,3 millones de euros que sirvieron para enjugar deuda. No obstante, no cabe duda de que de momento tenemos limitada nuestra capacidad de endeudamiento.
Si nos preguntamos cómo se ha llegado a ese nivel de deuda, la respuesta, como también hemos advertido en otras ocasiones, hay que buscarla en Habitatge Terrassa, en el Parc Audiovisual y en la nueva normativa contable que impuso el Gobierno a los ayuntamientos, que obliga a incorporar a su debe el de sus empresas. La gran apuesta que llevó a cabo el Ayuntamiento de Terrassa en su momento en favor de la vivienda pública se ha vuelto en su contra como consecuencia de la crisis económica y del estallido de la burbuja inmobiliaria. El Ayuntamiento se encontró con un parque de poco menos de mil viviendas que tenía que vender y que no podía porque su precio, aún siendo público, estaba incluso por encima del de mercado. Ahora, el paso de venta a alquiler se imputa como gasto.
Algo parecido se puede decir del ambicioso proyecto del Parc Audiovisual que generó en su momento unos créditos de 20 millones de euros y cuyo retorno está siendo más lento de lo inicialmente previsto.
En todo caso, ¿se puede hablar de mala gestión? No exactamente. Se puede hablar de una situación que hay que gestionar, que se está gestionando y que sin duda condiciona económicamente a la ciudad. Ni más ni menos.